Todos dicen que esta compañía es la reina de los cruceros ultrabaratos, pero yo no lo tengo tan claro

Si no tienes cuidado, tu crucero con Carnival puede salirte tan caro como uno con Oceania.

Carnival aparece casi siempre en los primeros puestos de las listas de las compañías de cruceros más asequibles de Estados Unidos. En 2024, su itinerario más asequible es de 164 dólares (151 euros) por persona para una salida de cuatro noches desde Miami, más de 20 dólares (18,5 euros) más barato que los menos caros de Royal Caribbean y Norwegian.

Eso supone unos 40 dólares (37 euros) al día por comida, alojamiento, entretenimiento a bordo y la posibilidad de ver varios destinos en unas vacaciones.

Parece una ganga, ¿verdad?

Pues no del todo.

En el momento en que embarques en los buques de Carnival, te encontrarás con un aluvión de tentadoras opciones de pago. Así que, si eres propenso a ceder a estos pequeños lujos, puedes despedirte de tu presupuesto.

A mediados de mayo hice mi primer crucero con Carnival: cuatro noches desde Long Beach, California, en el Carnival Firenze.

Pagué 735 dólares (677 euros) por un camarote interior individual, incluidas las propinas opcionales.

Si te parece relativamente caro, estás en lo cierto. Carnival Firenze es el buque más reciente de la compañía, y los cruceros más nuevos suelen tener un precio superior.

También vale la pena señalar que lo había reservado menos de diez días antes del embarque. Ups.

Creía que sabía lo que me esperaba del negocio de pago de la industria de cruceros.

Las compañías de cruceros de gran escala cada vez cobran más por los servicios y actividades a bordo. Era consciente de que los extras como el alcohol, el wifi y las cenas especiales tendrían un coste adicional, como es habitual en todo el sector.

El único en el que caí fue el wifi, cuyo paquete premium me costó 85 dólares (78 euros) por las cuatro noches. Al fin y al cabo, estaba allí por trabajo.

Los cócteles costaban unos 13 dólares (12 euuros), mientras que las cervezas costaban unos 9 dólares (8,3 euros). Los restaurantes especializados, como el teppanyaki y el italiano, costaban unos 40 dólares (37 euros) por persona, mientras que el asador costaba 49 dólares (45 euros).

Nada de esto me sorprendió. Incluso las compañías de cruceros premium cobran un suplemento por los restaurantes y bebidas de gama alta.

Pero en Carnival, parecía que casi todo lo que iba más allá de lo mínimo conllevaba un cargo adicional.

Incluso los comedores complementarios ofrecían tentadores platos en el bufé, donde los clientes tenían que pagar por las alitas de pollo.

¿Quieres una empanada? El puesto de empanadas las vende a 1,50 dólares cada una.

¿Te apetece un rollito de langosta? En el puesto de Seafood Shack (que también ofrece desayunos y almuerzos gratuitos) venden uno por 18 dólares (16,6 euros).

¿Quieres pizza? En el puesto de pizzas puedes llevarte un trozo de pepperoni gratis o pagar 6 dólares (5,5 euros) por el pastel de carne al estilo barbacoa coreana.

Ese maldito símbolo del signo del dólar me atormentaba día y noche, dentro y fuera del barco.

Se me había antojado un zumo para desayunar. Lástima que costara 5 dólares (en el comedor principal de cortesía, sin ir más lejos).

Me habrían encantado unas palomitas durante las proyecciones de cine nocturnas. Una bolsa cuesta 4 dólares (3,7 euros) .

Durante nuestra segunda parada en Ensenada, México, me planteé por un momento coger el autobús desde el puerto hasta el centro. Sin embargo, habrían sido otros 4 dólares.

Pero el "incidente" más atroz se produjo durante el té de la tarde.

El programa diario indicaba los eventos de pago con un pequeño símbolo del dólar. En "La hora del té" no aparecía ninguno, así que salí corriendo, entusiasmada por tomar algo de cafeína y dulces gratis a media tarde.

Ya puedes adivinar por dónde va esta historia.

Después de sentarme, un camarero llegó a mi mesa con una caja llena de bolsitas de té y me dio el tiempo justo para revisar mis opciones antes de anunciarme que costaban 1,50 dólares (1,4 euros) cada una. Las rechacé por principios.

Unos minutos más tarde, volvió a mi mesa para informarme de que, de hecho, tenía algunas opciones gratuitas escondidas detrás de las bolsitas caras. Eran las mismas que las disponibles en el bufé: té verde Lipton y Bigelow's.

Durante el desayuno, uno de los camareros bromeó diciendo que mi cruasán y mi té Lipton costarían 20 dólares (18,5 euros) cada uno.

Sabía que bromeaba, pero por una fracción de segundo me preocupó que no lo hiciera. En ese momento, esperaba que casi todo lo que quería tuviera un precio.

Carnival, lo entiendo.

Pero no ser franco desde el principio sobre la bolsa de té de 1,50 dólares y otras opciones gratuitas parecía innecesariamente engañoso.

En defensa de la empresa, no todo tenía un precio. Las actividades divertidas, como el minigolf, los toboganes acuáticos y el circuito de cuerdas eran gratuitas y me hicieron olvidar lo molesta que estaba por el asunto del té.

Carnival se limita a seguir la tendencia del sector.

Hay una razón por la que el gasto a bordo se ha disparado en el último año. Las compañías de cruceros de gran consumo adoptan cada vez más un modelo que recuerda al de las aerolíneas de bajo coste: una tarifa básica baja y una serie de servicios irresistibles por un precio adicional.

Competidores como Norwegian y Royal Caribbean también suelen hacerlo.

En el Norwegian Prima, el minigolf cuesta 10 dólares (9,2 euros) por persona, mientras que la sala de juegos de realidad virtual cuesta 29 dólares (26,7 euros) por una hora.

Así son los extras de lujo que pagan los más ricos en el Icon of the Seas de Royal Caribbean

En el Icon of the Seas de Royal Caribbean, el minigolf es gratis. Pero camina despacio si decides gastar dinero en el circuito de agilidad y tirolina del barco. Participar en él cuesta 49 dólares (45 euros), y se puede completar en un minuto más o menos.

Así que sí, hacer un crucero ultrabarato con Carnival es posible si eres como yo, reacio a gastar más.

Pero si eres de los que caen fácilmente en la tentación, asegúrate de tener un poco de temple antes de hacer un crucero con Carnival.

Si no lo haces, los mai tais y las palomitas del cine podrían hacer que el viaje te acabe saliendo por un ojo de la cara.