Una simulación alerta sobre una segunda presidencia de Trump: la OTAN podría colapsar

Michael Peck
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Business Insider España
Soldados estadounidenses participan en el ejercicio DEFENDER 24 en la República Checa, destinado a reforzar la alianza de la OTAN.
Soldados estadounidenses participan en el ejercicio DEFENDER 24 en la República Checa, destinado a reforzar la alianza de la OTAN.Lukas Kabon/Getty Images
  • Trump ha amenazado con abandonar la OTAN. Un juego de guerra ha examinado las posibles ramificaciones.
  • El jugador estadounidense abandonó Ucrania y dejó de participar en la OTAN, lo que desencadenó una grave crisis en Europa.  
  • El diseñador del juego dice que demuestra que Trump "no necesita salir de la OTAN para arruinarla".

Si Donald Trump consigue un segundo mandato en la Casa Blanca en noviembre, la OTAN podría venirse abajo, según un reciente 'wargame', un "juego de guerra" o una simulación geopolítica llevada a cabo por especialistas.

Como candidato presidencial, Trump ya ha amenazado con abandonar la OTAN a menos que los aliados europeos contribuyan más, y si cumple con esa promesa, Europa podría tener que acabar luchando sola en materia de defensa, según sugiere el simulacro. "Una política estadounidense que frustre a la OTAN tiene el potencial de causar el colapso de la alianza, dejando a la UE como candidata a sustituir con el tiempo la función principal de la OTAN: defender a Europa de Rusia", escribió Finley Grimble, el experto británico en defensa que diseñó y dirigió el simulacro.

Estados Unidos no tiene por qué abandonar la OTAN para poner en peligro esta alianza de 75 años. Técnicamente, Estados Unidos tiene prohibido abandonar la OTAN después de que el Congreso votara en 2023 a favor de prohibir su retirada sin la aprobación del Congreso estadounidense.

Sin embargo, la simulación muestra que Trump —el aspirante republicano a la presidencia de Estados Unidos, que dijo en la campaña electoral que animaría a Rusia a "hacer lo que le diera la gana" con los aliados de la OTAN que gastan poco en sus ejércitos— podría socavar la OTAN simplemente haciendo lo menos posible para apoyar la alianza. "Lo que Donald Trump puede hacer es vaciar de contenido lo que hace la OTAN", explica Grimble a Business Insider. "No necesita abandonar la OTAN para arruinarla. Puede arruinarla desde dentro".

Grimble, que ha dirigido juegos de guerra para el Gobierno británico, concibió este juego después de las afirmaciones del ex asesor de Seguridad Nacional de Estados Unidos, John Bolton, según las cuales él convenció al entonces presidente Trump de no retirarse de la OTAN en 2018. Diseñó una simulación de sobremesa en la que los jugadores —en su mayoría especialistas británicos en defensa, inteligencia y política exterior— asumían el papel de líderes de las 32 naciones de la OTAN, más Ucrania y Rusia; el papel de China lo desempeñaron los árbitros. El papel de Estados Unidos lo desempeñó un estadounidense que "estaba intentando meterse en el interior de la mente de Trump, lo que no fue tarea fácil", rememora Grimble.

Trump, que se enfrenta a cargos penales en cuatro casos distintos, ha sido criticado por sembrar el caos en la política estadounidense. Y caos es exactamente lo que ocurre en el juego cuando el Trump ficticio toma posesión de su cargo en enero de 2025.

La nueva administración intenta inmediatamente mediar en un acuerdo de paz —sin ayuda europea— entre Ucrania y Rusia. Tras el fracaso de la mediación, Trump recorta la ayuda a Ucrania.

Russia's military has a proven doctrine to govern its operations, but it hasn't adhered to them in Ukraine.

Es la primera ficha de dominó que cae. A continuación, Trump reduce drásticamente la participación de Estados Unidos en la OTAN, incluyendo la redistribución del 50% de los activos militares estadounidenses en Europa, donde tienen su base más de 100.000 soldados estadounidenses, al frente Indo-Pacífico. La Administración Trump también instituye una nueva política llamada "inactividad". Esto incluye una variedad de tácticas de ir despacio, como una menor participación de Estados Unidos en los ejercicios de la OTAN. Una medida especialmente perjudicial es prohibir al Comandante Supremo Aliado en Europa (SACEUR) —el segundo cargo militar más alto de la OTAN, y siempre un oficial estadounidense— actuar sin consultar previamente a Washington.

"En última instancia, el SACEUR responde ante el presidente de Estados Unidos", afirma Grimble. "Así que él [SACEUR] puede empezar a ralentizar las cosas, o impedir que ocurran. Estados Unidos puede simplemente quitar la financiación a los programas de la OTAN y éstos colapsarán".

Trump habla durante una reunión en 2019 con el secretario general de la OTAN, Jens Stoltenberg.
Trump habla durante una reunión en 2019 con el secretario general de la OTAN, Jens Stoltenberg.

NICHOLAS KAMM/AFP via Getty Images

A medida que el juego avanza, Estados Unidos se queja de que algunos miembros de la OTAN no están cumpliendo el objetivo de la alianza de destinar el 2% del PIB de cada nación a defensa (el Trump de la vida real instó recientemente al 3%). Las quejas son legítimas: al final del juego, en 2027, muchos miembros aún no habían alcanzado el objetivo del 2%. Curiosamente, aunque Estados Unidos minimiza su presencia en la OTAN, sí mantiene la cooperación bilateral en materia de defensa con los miembros de la OTAN limítrofes con Rusia, como Finlandia, Rumanía, Polonia y los países bálticos.

La OTAN se creó cuatro años después del final de la Segunda Guerra Mundial en un intento de evitar los fracasos de los años de entreguerras. Las actuales barreras de seguridad estadounidenses impidieron que las potencias europeas se rearmaran a cambio de mayores gastos a cargo de Estados Unidos. Pero ante la repentina disminución de este paraguas de seguridad estadounidense, Francia y Alemania piden que la Unión Europea tome el relevo de la OTAN. Esto indigna a Polonia, que lo ve como un intento de los franceses de echar a Estados Unidos y que Francia se convierta en la primera potencia militar de Europa.

Algunos miembros de la OTAN también temen tener que luchar contra Rusia sin el apoyo de Estados Unidos, el miembro más poderoso de la OTAN por el tamaño de sus fuerzas convencionales y su arsenal nuclear. "Si yo fuera Italia, por ejemplo, sin duda estaría velando por la seguridad de Estonia", afirmó Grimble. "Pero no espero realmente tener que desempeñar un papel tan destacado y crucial en esto".

Soldados checos, noruegos y alemanes participan en un ejercicio de la OTAN en abril.
Soldados checos, noruegos y alemanes participan en un ejercicio de la OTAN en abril.Florian Gaertner/Getty Images

La Fuerza Expedicionaria Conjunta, una coalición militar de 10 países del norte de Europa dirigida por el Reino Unido que puede operar con independencia de la OTAN, comienza a elaborar planes de combate que asumen que no habrá apoyo de la OTAN. Turquía se plantea si permanecer neutral —a pesar de sus compromisos con la OTAN— si Rusia ataca los Estados bálticos.

Mientras tanto, con su campaña en Ucrania estancada, Rusia medita invadir los Estados bálticos —que son miembros de la OTAN— para aprovecharse de la desunión de la Alianza y quizás dividirla sobre su disposición a arriesgarse a una guerra con Moscú. Pero el jugador ruso decide finalmente que Rusia no dispone de los recursos necesarios para luchar contra Ucrania y ocupar los países bálticos, y que invadir territorio de la OTAN podría hacer que Estados Unidos volviera a formar parte de la alianza.

Sin embargo, el ficticio Moscú lanza nuevas ofensivas en Ucrania. Privada del apoyo estadounidense —que Europa es incapaz de compensar—, Ucrania se siente obligada a firmar una paz que cede el este de Ucrania a Rusia e instala un Gobierno prorruso en Kiev. Europa se enfrenta a otro problema: el temor a que Rusia ataque a la OTAN está ahuyentando a los inversores nacionales e internacionales, lo que hace tambalearse a las economías europeas.

Russian President Vladimir Putin.

Al final de la partida, los efectos de una retirada estadounidense de la OTAN son globales. China se da cuenta de que Estados Unidos ha cambiado realmente su enfoque de Europa al Pacífico, lo que disuade a Pekín de invadir Taiwán. Pero esto no tranquiliza a Japón, Australia y Corea del Sur —aliados de Estados Unidos cuyas fuerzas y bases son esenciales para contrarrestar a China—, que temen que Trump cambie de opinión y los abandone también. Irán se envalentona para afirmar su poder en Oriente Próximo, lo que espolea una carrera armamentística con Arabia Saudí.

Todo ello deja a los británicos frustrados. El Reino Unido ha apoyado tradicionalmente una alianza transatlántica, América-Europa, en lugar de un bloque de defensa puramente europeo. Sin embargo, en el juego, no pudo persuadir a Trump para que suavizara sus demandas, ni a los miembros europeos de la OTAN para que gastaran más en defensa. "Los británicos sintieron: 'Por el amor de Dios, Trump, dale tiempo a los europeos'", dice Grimble. "Pero también, 'europeos, por favor, haced algo. Pongámonos todos de acuerdo y mantengamos viva la OTAN'".

Los expertos en juegos de guerra siempre advierten que los simulacros no deben considerarse predicciones del futuro, sino experimentos para explorar posibilidades. No obstante, este juego de guerra pareció confirmar los peores temores de los críticos que creen que Trump podría destruir la OTAN y hacer a Europa vulnerable a los ataques.

"Estados Unidos había reducido su dotación de recursos para las misiones de disuasión y defensa de la OTAN, lo que significaba que la OTAN no tenía planes de lucha bélica creíbles listos para hacer frente a una invasión rusa", señala Grimble. "Todo se volvió disfuncional. Desde luego, no estaba en condiciones de defenderse coherentemente contra Rusia al final de la partida".

Pero, al mismo tiempo, existía un auténtico deseo de mantener viva la OTAN. "Muchos miembros de la OTAN —a excepción de Francia, principalmente— pensaron que después de Trump podría recuperarse", dice Grimble. "Así que había que mantener a EEUU dentro, tenerla unida para luego reconstruir la alianza".

Michael Peck es un escritor de defensa cuyo trabajo ha aparecido en Forbes, Defense News, la revista Foreign Policy y otras publicaciones. Es licenciado en Ciencias Políticas por la Universidad de Rutgers. Síguele en Twitter y LinkedIn.

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