Hago una cata de quesos veganos en casa, y esto lo que más me fascinó, enamoró y sorprendió de la experiencia

El mundo de hoy es una época trepidante para degustar réplicas veganas y sustitutos de productos de origen animal. En los últimos tiempos he podido probar y cocinar las primeras costillas vegetales con hueso comestible incluido, el primer filet mignon vegano con sus increíbles vetas de grasa, el primer bacon impreso en 3D hecho en España o el foie gras vegetal más premiado del mundo.

A la vez que investigaba cuáles son las startups españolas que están elevando los quesos veganos artesanos al cielo —y convirtiendo a España en una interesante potencia en este nicho incipiente— , pude probar algunos de sus productos.

Mientras que muchos quesos veganos industriales se elaboran a partir de productos poco saludables como el aceite de coco y tienen un perfil nutricional pobre, estos quesos artesanos y plant-based beben de las técnicas más ancestrales —y a la vez, modernas— de fermentación y se sirven de tecnología puntera e ingredientes de alta densidad nutricional como los frutos secos para obrar su magia.

Antes, un interesante dato: en 2020, el 30% de los consumidores veganos encuestados en España eligieron el queso vegano como el producto de origen vegetal que les gustaría ver más en sus supermercados, seguido de la carne vegetal (21%) y los mariscos (12%), según datos de Statista.

A casa me llegó un variado surtido con los quesos vegetales de Mommus, Veggie Karma y Quevana. La primera espera facturar este año 360.000 euros, la segunda estrenará en 2024 nuevo local y herramienta de producción y la tercera ya produce 22.000 quesos veganos al mes y se ha trasladado este mes a una nueva fábrica con capacidad de generar hasta 400.000 por mes.

Me llamó la atención la inmensa cantidad de sabores y opciones: desde quesos al estilo francés a semicurados, cremosos o al estilo ricota. Los hay picantes, trufados, de especias, con ajo, para fundir, ahumados...

Hice varias tablas de quesos veganos para disfrutar en buena compañía, acompañándolas de uvas, encurtidos o nueces para explorar diferentes posibilidades de sabor.

Uno de mis preferidos en cuanto a sabor y originalidad fue el de pimienta rosa de Veggie Karma, dulzón y picante al mismo tiempo.

Los productos de Veggie Karma son muy intensos y se disfrutan mejor en porciones pequeñitas y saboreándolos lentamente. Prometen "comida buena para el cuerpo y el alma".

Los quesos veganos ahumados, como el de Mommus o el de Quevana, me parecieron alucinantes e ideales para bocadillos o ensaladas.

La textura más sorprendente fue la de Esto no es un queso camembert de Mommus, muy parecida al queso francés en el que se inspira.

Aquí puedes ver su corteza y su interior cremoso.

La cremosidad ideal para tostas, desayunos o picoteos es el cremoso de ajo negro de Mommus, en tarrina hermética y con textura sedosa y sabor suave.

Para los más fanáticos de los sabores mediterráneos, el de ajo y aceite de Quevana o el de hierbas provenzales de Veggie Karma son estupendas opciones.

Me encantó el maridaje del queso trufado de Mommus con uvas.

No podía faltar la Censurasada, el creativo nombre que Mommus le puso a su lograda sobrasada vegetal, donde el tomate seco es protagonista.

Los quesos de Quevana son muy gustosos y ofrecen una experiencia sensorial increíble y la mejor relación calidad-precio. Diría que, teniendo en cuenta toda su gama de sabores, son de mis favoritos.

Los quesos veganos tienen un perfil nutricional muy distinto a los lácteos: en general son más calóricos, tienen menos grasas saturadas, más hidratos de carbono y son ricos en proteínas, fermentos y ácidos grasos saludables. 

Puesto que su ingrediente principal es el anacardo, son ricos en hierro, potasio y vitamina B2 y presentan un alto contenido en vitamina B1, ácido fólico, vitamina E, magnesio, zinc, fosforo y selenio.

En definitiva, los quesos veganos pueden formar parte perfectamente de una dieta saludable y rica, tanto de personas omnívoras como vegetarianas y veganas. Gracias a ellos puedes aumentar tu consumo de frutos secos, minerales, proteínas y grasas saludables. Puedes añadirlos a ensaladas, picoteos, bocadillos e incluso pizza, pasta, guisos o desayunos.