Me fui de glamping al desierto del Sáhara: pensé que lo odiaría, pero ni las temperaturas gélidas me desanimaron

Jamie Davis Smith

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  • Me fui de glamping por primera vez al desierto del Sáhara con dos niños y me lo pasé genial.
  • Ni siquiera las temperaturas bajo cero y los servicios mínimos arruinaron las preciosas vistas.
  • Después de esta experiencia, volvería a hacer glamping e incluso podría probar a acampar.

No necesito un alojamiento de cinco estrellas para sentirme cómoda, pero he pasado la mayor parte de mi vida adulta evitando acampar, convencida de que lo odiaría.

Cuando viajo, me gusta tener duchas de agua caliente, electricidad estable y un lugar caliente donde dormir por la noche. Esas cosas básicas no están garantizadas en un camping, pero sí en un glamping.

Esta modalidad varía mucho, pero suele consistir en alojamientos e instalaciones más lujosos que una tienda de campaña básica. A veces, también implica dormir en una yurta, una cabaña o una carpa; al fin y al cabo, el sector del glamping está en auge debido a la creciente demanda de experiencias de viaje únicas.

Así que cuando reservé con mis dos hijos un viaje en grupo a Marruecos que incluía acampada nocturna en el desierto del Sáhara, no dudé en probarlo.

Pagué 4.256 dólares (3.982 euros) por los tres para todo el viaje en grupo, que incluía alojamiento, un paseo en camello al atardecer por las dunas, cena y desayuno durante los dos días en el desierto del Sáhara.

Al principio, no era consciente de lo que me esperaba.

Jamie Davis Smith

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Cuando me apunté al viaje, supuse ingenuamente que un desierto del norte de África sería agradable en diciembre.

No fue hasta más tarde, mientras buscaba frenéticamente lo que necesitaría para acampar en el Sáhara, cuando me enteré de que sus temperaturas en invierno podían descender hasta los -4ºC o menos.

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Me entró el pánico. La tienda en la que acampaba no tenía calefacción. Me lancé a pedir ropa de lana merina y esperé lo mejor.

Leí comentarios de otros viajeros que afirmaban que, aunque el camping en el que me alojaba tenía duchas, podía olvidarme de usarlas porque haría demasiado frío.

En el último momento, metí en la maleta unas toallitas de bebé para poder lavarme en el desierto si hacía falta. Había dejado de estar convencida de que sería una experiencia muy glamurosa, pero ya era demasiado tarde para cambiar de planes.

Afortunadamente, el camping del desierto era mucho mejor de lo que esperaba.

Glamping

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Mi camping en el Sáhara –El Borj, situado en Erg Chebbi– era de todo menos básico. Por increíble que parezca, era acogedor y hogareño.

Las hermosas alfombras marroquíes estaban cuidadosamente dispuestas sobre la arena. Además, cada tienda tenía toques de color en su exterior.

Glamping

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El camping tenía un acogedor camino bordeado de luces que funcionaban con energía solar, lo que era estupendo por la noche.

Mi tienda era enorme. Para mi alivio, también estaba aislada.

Glamping

Jamie Davis Smith

Aunque me habían advertido de que la fuente de energía era poco fiable y podía fallar en cualquier momento, el camping tenía electricidad.

El día en el desierto era mágico, y la noche fría pero encantadora.

Jamie Davis Smith

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Pasar un día en el desierto fue tan mágico como esperaba.

Me prometí que montar en camello al atardecer, ver desaparecer el sol sobre el vasto desierto y deslizarme por enormes dunas de arena no sería una experiencia que solo tendría una vez en la vida.

Por la noche, me abrigué y disfruté de un festín con aceitunas asadas, tajín tradicional marroquí, cuscús y fruta fresca espolvoreada con canela.

Cuando bajó la temperatura, me acurruqué junto al fuego y contemplé con asombro el cielo del desierto, repleto de más estrellas de las que jamás había visto a la vez. La luna estaba tan llena y brillante que no parecía real.

Glamping

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Pensé en cómo me habría perdido todo esto si hubiera dejado que mi miedo a acampar –e incluso al glamping– se interpusiera en mi camino.

Si pasar frío y no poder ducharme con agua caliente durante un día fue la contrapartida de una experiencia tan increíble, mereció la pena.

Glamping

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Cuando llegó la hora de dormir, las mantas pesaban mucho, pero estaba tan cansada que apenas noté su peso mientras me dormía.

Me desperté una vez, brevemente, y pensé en levantarme para ir al baño de la tienda. Sentí que el frío me picaba en la cara y decidí que podía esperar hasta por la mañana.

Volvería a hacer glamping con mucho gusto, e incluso podría probar a acampar.

Jamie Davis Smith

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Me desperté temprano, a tiempo para ver el amanecer dorado sobre las dunas. Me senté junto al fuego con una taza de café caliente mezclado con leche tibia y azúcar.

Mientras observaba el amanecer, decidí que, después de todo, yo era una persona perfecta para el glamping. Esa misma tarde, mientras me alejaba del desierto, me pregunté si no debería probar a acampar a la antigua usanza.

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