Si las marcas siguen apostando por los motores de combustión, ¿dónde quedan los coches eléctricos?

Coche eléctrico vs. coche combustión.

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  • Volkswagen ha sido la última en anunciar que se echa para atrás en sus planes de electrificación y apostará por los motores de combustión más allá de 2030.
  • La industria automovilística se ha dado cuenta de que los coches eléctricos aún no cuentan con una cuota suficiente como para poder mantener a los grupos.

Los coches eléctricos no acaban de despegar ni en España ni en el resto del mundo. Esto está provocando que las marcas se estén planteando cambiar su estrategia. 

Las cifras de ventas de coches eléctricos no invitan a la esperanza. De lo que llevamos de 2024, no solo es que las matriculaciones no hayan crecido, es que se han ralentizado. Mirando a España, solo en el mes de mayo, la cuota de venta de coches eléctricos se ha estancado en el 10%

"España no está progresando a la velocidad que tendría que hacerlo. El objetivo de que España esté por encima del 25% de cuota de vehículos electrificados está más lejos ahora que hace un año. En lugar de ir hacia delante, vamos hacia atrás", afirma Wayne Griffiths, el todavía presidente de la Asociación Española de Fabricantes de Automóviles y Camiones (Anfac). 

Y, el futuro, no pinta mejor. "En diez años no vamos a llegar a que ni siquiera el 60% del mercado sea eléctrico. Estamos muy lejos, en un 4% y el crecimiento está siendo del 1% anual, excepto este último año, que no ha sido ni ese 1%", afirma Polo Satrústegui, presidente de Hyundai Motor España.

Por desgracia, España no es un caso aislado, la cuota de coches eléctricos ha caído hasta el 13% en Europa. Estos datos están haciendo que los fabricantes se estén replanteando su apuesta sobre los coches eléctricos.

Con el anuncio por parte de la Unión Europea hace dos años de que, a partir de 2035, se prohibía la venta de coches de combustión en todo el continente, todos los fabricantes elaboraron una hoja de ruta para adecuarse a esta norma y desprenderse de los motores térmicos para apostar por los eléctricos.

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Sin embargo, hacer planes a largo plazo puede conllevar muchos riesgos, porque nunca sabes cómo va a reaccionar el mercado ante las nuevas tecnologías. Impulsadas por la agenda de Bruselas, muchas marcas se apresuraron a anunciar planes de negocio a medio y largo plazo, cuya meta era la conversión en eléctricas. Prácticamente, todas pusieron una fecha, a partir de la cual solo fabricarían vehículos a batería.

Pero, desde 2022 que se aprobó esa norma hasta ahora, las cosas han cambiado mucho. Se esperaba que el 2023 fuese el año del despegue, sin embargo, fue el año del repliegue. Marcas que siempre habían apostado por la electrificación, como General Motors, se desdecía y frenaba sus inversiones.

Además del fin de los motores de combustión, Bruselas tenía encima de la mesa la reforma de la Euro7, una ley que prometía ser extremadamente rígida. Sin embargo, los principales representantes de las marcas siempre se habían mostrado contarios.

Muchos fabricantes la han catalogado de imprudente, como Wayne Griffiths, CEO de Seat y Cupra. Bajo su criterio, que comparten otras figuras como Luca de Meo, consejero delegado de Renault, Oliver Blume, consejero delegado de Volkswagen, o Carlos Tavares, consejero delegado del grupo Stellantis, se trata de una medida "poco realista" y que es "técnica y financieramente inviable". 

Esta presión, unida a la situación del sector, ha hecho que ya no se apruebe en 2025, como tenían planeado, y se retrase dos años. Además, se ha rebajado significativamente el nivel de exigencia. 

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Con todos estos problemas encima de la mesa, las marcas han pensado eso de "mejor malo conocido que bueno por conocer" y han virado de nuevo hacia los coches de combustión para tratar de impulsar sus ventas.

Hace algunas semanas, el CEO de Mercedes, Ola Kallenius, reconoció que, “quizá, fuimos demasiado optimistas”. La compañía tenía previsto que la mitad de sus ventas fueran coches eléctricos en 2025, pero no va a ser así. Ante la desaceleración en las ventas de eléctricos, Mercedes se ha visto obligada a reducir sus exigencias y ha comunicado que seguirá produciendo motores de combustión más allá de 2030.

Esta misma iniciativa ha tenido Hyundai que, aunque afirma que quiere reforzar su situación en el mercado eléctrico, ha tomado la decisión de no abandonar los motores de gasolina, apostando por un mix de mecánicas variado. Una postura similar a la que han adoptado desde el principio otras marcas, como Toyota, la reina de los híbridos.

Mucho antes, a finales del año pasado, era Ford el que anunciaba que iba a retrasar unas inversiones previstas de 12.000 millones de dólares para la producción de vehículos eléctricos. Otras marcas de lujo, como Aston Martin, también han dado un paso atrás y seguirán fabricando coches con motor de combustión durante la próxima década.

El último en anunciar que también daba marcha atrás a sus planes de electrificación ha sido Volkswagen. El director financiero y de operaciones del grupo, Arno Antliz, en un acto organizado por Reuters en Múnich, anunció que pensaban invertir 60.000 millones en euros en motores de combustión.

Según el directivo, el objetivo es el de "mantener la competitividad de nuestros coches de combustión". Esta estrategia es completamente opuesta a la anunciada en 2022, cuando afirmaron que su plan era fabricar y vender únicamente coches eléctricos en Europa a partir de 2033.

Antliz quiso dejar claro que "el futuro es eléctrico", pero matizó diciendo que "el pasado no ha desaparecido. Es un protagonista y seguirá siéndolo".

El año pasado, el CEO de Volkswagen, Thomas Schäfer, calificó el motor de combustión interna de "tecnología antigua" y afirmó que los debates en torno a los combustibles sintéticos son “ruido sin sentido”, a pesar de que una marca del grupo como Porsche lleva tiempo trabajando en el desarrollo de e-fuels.

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Lo cierto era que muchos pensaban que para la próxima década, la venta de coches eléctricos iba a suponer el 80%. Pero la realidad nada tiene que ver con la ficción que se habían creado los máximos responsables de las marcas en su cabeza.

Los clientes no acaban de familiarizarse con los coches eléctricos, entre otros motivos, por su alto precio y la falta de red de recarga, lo que genera desconfianza en los usuarios. 

 

Europa ha corrido demasiado y ha arrastrado a los fabricantes a un peligroso abismo. Ahora, muchos de ellos tienen que soltar el acelerador, cuando no pisar el freno, después de miles de millones de euros invertidos en electrificación, al ver que los coches eléctricos no se venden.

A este problema se suma la llegada de las marcas chinas, que han conseguido dar un duro golpe en la mesa al traer vehículos mucho más barato que los occidentales, sin que se pierda calidad. Además, hay que recordar que ellos son los que dominan la producción de todos los componentes electrónicos o baterías. 

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