¿Majors comprando salas de cine? Sony adquiere la cadena Alamo Drafthouse, una operación histórica que perfila uno de los posibles futuros de la exhibición

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  • Sony ha adquirido Alama Drafthouse, la séptima cadena de cines de EEUU. Se trata de una de las grandes operaciones del sector.
  • La operación parece provechosa para ambas partes, pero han surgido voces que cuestionan que, bajo la nueva propiedad, Alama pueda mantener su independencia.

Sony es la nueva propietaria de Alamo Drafthouse, la séptima cadena de cines en EE. UU. La adquisición, por un importe no difundido, supone la entrada de una major en el negocio de la exhibición, algo prohibido durante más de 70 años por el decreto Paramount.

La compra ha sido posible gracias a la derogación de la normativa en 2020, en un movimiento que podría redefinir por completo el negocio audiovisual tal y como la conocemos. 

El decreto Paramount 

El año 1948 marcó el fin de la actividad de los estudios en el sector de la exhibición. La prohibición, bajo el amparo legal del decreto Paramount, se estableció para acabar con el oligopolio vertical del sistema de estudios tradicional, forzando la venta de todos los activos que las majors tenían en el sector.

El decreto rompía el control sobre toda la cadena de generación de valor de una película (producción, distribución y exhibición) evitando los abusos de posición dominante. Como explican Pamela McClintock, Alex Weprin y James Hibberd, gracias a él se pudo acabar con prácticas como el block booking (empaquetar múltiples películas en una sola licencia para un cine) y el circuit dealing (entrar con una licencia que cubría todos los cines de un circuito de salas). 

Entonces no existían los multicines, sino salas de una sola pantalla, y estas operaciones permitían exhibir una película durante meses, reduciendo las oportunidades de otros títulos.  

Aunque en los años 80 se empezó a hacer la vista gorda y varios estudios pudieron adquirir participaciones en compañías del sector, habría que esperar a la pandemia para que las cosas cambiasen de verdad.  

En 2020, un juez federal dictaminó que las leyes estaban desfasadas con respecto al estado actual de la industria cinematográfica y el sistema de estudios, levantando la prohibición legal que impedía la gestión total y directa

Cuando el templo para cinéfilos encontró a la multinacional japonesa 

Alamo Drafthouse cuenta con 35 salas en 25 ciudades estadounidenses y moviliza a unos 10 millones de espectadores anuales. Se fundó a finales de los años 90 en Austin (Texas). Rápidamente dejó clara su filosofía: un entorno cinemático en el que se exige al público respeto por el espacio. 

De hecho, una de sus campañas más virales consistió en difundir el mensaje que había dejado en su contestador automático una clienta enfadada a la que habían echado del cine por usar su móvil durante la película. 

Su venta es la crónica de una muerte anunciada. La erosión del negocio de la exhibición provocó que la compañía se declarase en quiebra en 2021. Aunque entonces consiguieron seguir adelante gracias a un austero plan de reestructuración, su situación era insostenible.

Sony, por su parte, lleva varios años orientada hacia las adquisiciones estratégicas, como la de Crunchyroll, el Netflix del anime, en 2021. La de Alamo Drafthouse ha sido la compra estrella después de que el acuerdo con Paramount se frustrase hace unos meses. 

El acuerdo parece un win-win para ambas partes. Según reza el comunicado de prensa, Sony, “fortalece su compromiso de larga duración con los cines y las iniciativas de entretenimiento en salas”. 

Por su parte, Tim League, fundador de Alamo, aseguró que la major es la perfecta compañera de viaje. “Tienen un profundo respeto y comprensión de la capacidad del cine para impulsar el crecimiento y crear un impacto cultural duradero, que se alinea perfectamente con todo lo que Alamo Drafthouse representa.”

Alamo Drafthouse quedará integrada dentro de la división Sony Pictures Experience y, según su presidente y CCO, Ravi Ahuja, “seguirá acogiendo contenidos de todos los estudios y distribuidores”. Con esta operación, que los fans de Alamo han recibido con alivio, ya que supone la supervivencia del circuito, Sony también reafirma su compromiso con los estrenos en pantalla grande. 

"Creemos firmemente en fidelizar a los fans del entretenimiento fuera del hogar de manera diferencial y distintivas", aseguró Ahuja. Tanto la marca como la devota comunidad de Alamo encajan en esta visión. 

Pero parece que los objetivos van más allá. Su vocación es convertir estos espacios en lugares de desarrollo de algunas de sus propiedades intelectuales. “Nuestro negocio de Crunchyroll también se alinea bien con los intereses de la audiencia de Alamo”, aseguró el ejecutivo. 

No han faltado voces que han cuestionado que Alamo sea capaz de mantener su espíritu independiente bajo la nueva propiedad, aunque de entrada la operación refuerza el sistema de ventanas tradicionales y reivindica la importancia de las salas como palancas clave de la monetización del cine. 

El audiovisual recupera así parte del equilibrio que las guerras del streaming comprometieron. La pregunta es si otros estudios seguirán el ejemplo de Sony, provocando la tan temida concentración que durante años el decreto Paramount trató de evitar.

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