Así cocina Netflix su algoritmo del éxito

Mi reno de peluche ha sido el monotema durante semanas. La miniserie, inspirada en hechos reales, ha logrado algo francamente difícil: captar la atención de usuarios que semanalmente son bombardeados con estrenos. 

No todo lo que toca Netflix se vuelve tan popular, pero la plataforma tiene su propia fórmula para favorecer que eclosionen este tipo de fenómenos culturales, una receta en la que hay algoritmos, conversación social y un modelo de distribución específico.

La historia 

Una mujer entra en un bar particularmente disgustada. El camarero, un cómico en horas bajas, se muestra particularmente amable con ella y la invita a un té para que se tranquilice. 

Este gesto, aparentemente inocente, desencadena una espiral de acoso por parte de la mujer que se prolongará durante más de cuatro años, durante los cuales el barman recibirá miles de mensajes de voz, cartas, correos electrónicos y publicaciones en redes sociales. 

Esta es la premisa de Mi reno de peluche, una serie británica creada y protagonizada por Richard Gadd. La historia, truculenta de por sí, cuenta con un aliciente adicional: Gadd, creador y protagonista de la serie, la vivió en sus propias carnes. 

La magia de los algoritmos 

En una plataforma con tanta rotación de producto que un contenido se vea es, en gran medida, el resultado de la propia arquitectura de recomendación de Netflix. La compañía sabe que la popularidad retiene clientes e impulsa altas. 

Por ello, cuando los algoritmos detectan que un programa se está volviendo particularmente popular en un territorio le darán visibilidad en otros países para impulsar las visualizaciones. Así lo aseguraba Ted Sarandos, co-CEO de Netflix, en una entrevista para The New York Times. 

“La serie debutó a lo grande en Reino Unido y, gracias a la manera en que opera Netflix, el algoritmo la ha pescado y la ha hecho estar más presente, porque algo que se hace tan grande en un país es probable que tenga un montón de audiencia fuera”.  El mensaje de Sarandos parece claro: los fenómenos locales son la mecha que enciende la hoguera de la popularidad global y los algoritmos trabajan con esa máxima. 

Como se apunta en el artículo Plantar cara a Hollywood, que aborda la estrategia de Netflix para popularizar contenido local en todo el mundo, los algoritmos son un factor clave en la cocina del éxito.  

Son los que configuran una suerte de programación para el usuario, confeccionando selecciones de contenidos relevantes y personalizadas y, por extensión, determinan la visibilidad de estos. Los datos sin duda confirman este modus operandi. 

Mi reno de peluche, que acumula más de 57 millones de visualizaciones en todo el mundo, debutó en el top 10 de programas más populares en 13 países la semana de su estreno. Dos semanas después, la cifra ascendía a 92. 

El trampolín de la conversación 

Otro factor determinante para lograr la popularidad es el impulso que proporciona la conversación social. 

En el caso de Mi reno de peluche, la huella del programa se hizo evidente no solo en publicaciones en redes, sino también en numerosos artículos, especialmente después de que una mujer apareciese en medios declarando ser la persona que acosó a Richard Gadd y denunciase la falsedad del relato. 

Este activismo en redes permite infiltrar el contenido en un ecosistema cada vez más amplio, convirtiéndose en una prescripción muy valiosa. 

Tal y como se desprende de los datos de Parrot Analytics, compartidos en exclusiva con este medio, la eclosión del fenómeno (en términos de demanda del programa) comenzó a hacerse evidente tres semanas después de su estreno en Netflix. El patrón que sigue el interés de la audiencia, por tanto, discurrió en paralelo a la acción de los algoritmos.

La fórmula de estreno 

El tercer elemento que contribuye a la eclosión de este tipo de fenómenos culturales tiene que ver con la fórmula de estreno que sigue Netflix. Como se recoge en Plantar cara a Hollywood “la fórmula de estreno (en bloque y en fin de semana) busca integrarse en las rutinas del usuario para aumentar la probabilidad de que el visionado se concentre y, por extensión, genere un gran volumen de conversación".

"(…) Netflix se convierte en una caja de resonancia con un impacto evidente: el visionado se concentra, la conversación comienza a fluir, los algoritmos premian la popularidad, lo que se acaba traduciendo en más visionados, y todo ese ruido opera como un poderoso reclamo en la captación de nuevos clientes.” 

Mi reno de peluche es, en realidad, el tipo de programación en la que Netflix puede ser verdaderamente competitivo: productos eficientes en términos de costes (no son grandes producciones ni tienen actores de renombre) que se pueden volver globalmente populares gracias a la intensidad de visionado que impulsa el estreno en bloque, la escala que se consigue con su distribución (que permite llegar a 270 millones de clientes) y a la acción de toda la infraestructura algorítmica de la compañía. Sin duda Netflix juega con ventaja.