Europa anunciará esta semana los aranceles a los coches chinos

Parece que la guerra entre Europa y China no va a terminar pronto. De hecho, todo lo contrario. Desde que en septiembre de 2023 Bruselas avisase que abriría una investigación antidumping contra los coches chinos, se sabía que la tensión entre ambos países iría a más. 

Además de esta investigación, desde el principio se rumoreó que Europa podría imponer sanciones y aranceles a los vehículos chinos. Según informa The Guardian, se espera que la UE notifique esta semana a China que impondrá aranceles a las importaciones de vehículos eléctricos, dando así el pistoletazo de salida a una posible guerra comercial de verano con Pekín.

Según detalla el medio, esta notificación podría comunicarse el miércoles tras una larga investigación sobre las subvenciones estatales chinas a su fabricación de automóviles, que previsiblemente concluirá que las ayudas masivas siguen concentrándose en el sector de los coches eléctricos.

Esto es algo que la presidenta de la Comisión Europea, Ursula von der Leyen, le advirtió al presidente chino, Xi Jinping, en su reunión de París que "el mundo no puede absorber el excedente de producción de China". Además, añadió que Europa "no vacilará" a la hora de proteger las industrias y el empleo dentro del bloque.

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Sin embargo, Europa también debe prepararse para las represalias. Los expertos indican que Pekín podría tomar contramedidas que afectarían a una serie de exportaciones de la UE al país, desde coñac a productos lácteos.

Los expertos sugieren que Pekín verá la imposición de aranceles como una prueba de fuerza, dado que el sector del coche eléctrico está alimentando el éxito de las exportaciones chinas. Sostienen que el presidente de China no va a cambiar sus planes, ya que esa apuesta es lo que les ha hecho ser líderes de coches eléctricos en todo el mundo. 

En caso de que la investigación de la UE concluya el miércoles, como se espera, que los fabricantes chinos de coches han obtenido una ventaja competitiva, Pekín recibirá una notificación previa formal de los aranceles y dispondrá de cuatro semanas para aportar cualquier prueba que refute el caso europeo.

Cualquier decisión de aplicar aranceles de forma permanente deberá ser respaldada por los Estados miembros en noviembre, unos 13 meses después del inicio de la investigación.

En caso de imponerse, el calendario arancelario incluiría tres niveles: tarifas individuales para la muestra de empresas investigadas por la UE, entre las que se encuentra BYD, el mayor vendedor de coches eléctricos del mundo; una tarifa media para las empresas que cooperaron con las pesquisas, pero no fueron investigadas a fondo; y una tarifa residual para las que no fueron investigadas en absoluto.

La consultora Rhodium Group, especializada en estudios sobre China, prevé que los aranceles se sitúen entre el 15% y el 30%, lo que será fácil de absorber para conglomerados como BYD, que el verano pasado lanzó en la UE su utilitario básico Dolphin a un precio ligeramente inferior a 30.000 euros. 

"Algunos fabricantes chinos podrán seguir obteniendo márgenes de beneficio cómodos con los coches que exporten a Europa gracias a las importantes ventajas de costes de que disfrutan", afirma Rhodium.

"Los aranceles en el rango de 40-50% probablemente serían necesarios para hacer que el mercado europeo sea poco atractivo para los exportadores chinos de coches eléctricos", añade.

Por su parte, el Gobierno chino mantiene que hace tiempo que no subvenciona su sector automovilístico y que, aunque lo hiciera, sus exportaciones ayudan a los países occidentales a alcanzar sus objetivos ecológicos.

Durante una gira por España y Portugal, el ministro de Comercio, Wang Wentao, insistió en que la cooperación con la UE era una estrategia "beneficiosa para todos". "Espero que la parte europea abandone el proteccionismo y vuelva a la senda correcta del diálogo y la cooperación", declaró Wang, que pidió a España que calmara la "ansiedad" por una posible ruptura costosa.

Sostuvo que no tienen ningún exceso de capacidad, como afirma la UE, sino un exceso de ansiedad, y que la llamada distorsión del mercado no es una distorsión del mercado, sino una distorsión de las mentalidades. Por su parte, los gobiernos occidentales consideran que deben competir en igualdad de condiciones.