China y Rusia forman un matrimonio mal avenido que Occidente no debería intentar romper

Michael Peck
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Xi Jinping, presidente de China, y Vladímir Putin, presidente de Rusia.
Xi Jinping, presidente de China, y Vladímir Putin, presidente de Rusia.

Sputnik/Sergei Bobylev/Pool via REUTERS

  • China y Rusia tienen buenas razones para mantener su alianza —más allá de volver loco a Estados Unidos—, pero hay muchas cuestiones que podrían destruirla. 
  • Las alianzas exitosas como la OTAN requieren que los socios subordinen sus intereses al bien común, algo complicado entre estos dos socios. 

Durante los días más oscuros de la Guerra Fría, en la década de 1950, Occidente temía que la Unión Soviética y China unieran sus fuerzas para formar un bloque comunista.

Esos temores resultaron exagerados. Pekín y Moscú pronto pasaron de ser aliados a enemigos que se enfrentaban por disputas en su larga frontera compartida. En la actualidad, los crecientes lazos militares han vuelto a agitar el espectro de una alianza chino-rusa

Pero esta asociación no es una alianza sólida como la OTAN, basada en la defensa mutua y la interoperabilidad de sus fuerzas. "La relación chino-rusa se caracteriza mejor como un matrimonio de dos socios imperfectos que comparten una visión cínica del orden internacional liderado por Estados Unidos, pero que a menudo tienen visiones divergentes del orden que creen que debería sustituirlo", explica un informe sobre la cooperación chino-rusa elaborado por el think tank RAND Corp.

"Estos dos socios imperfectos tienen cierto nivel de dependencia compartida y desigual, al tiempo que albergan profundas sospechas sobre si pueden confiar o depender el uno del otro", señala el estudio.

Puede que esto no sirva de consuelo a los líderes occidentales, que temen un escenario en el que la agresión rusa en Europa sea simultánea a una invasión china de Taiwán. Si eso pasara, Estados Unidos se vería desbordado y eso haría que sus aliados en Europa no tuvieran suficientes recursos para combatir.

El Ejército ruso y el Ejército Popular de Liberación chino ya han realizado unas 25 maniobras conjuntas desde 2005, en las que han participado buques, aviones y tropas terrestres. En 2023 incluso tuvieron un incidente por meterse en el espacio aéreo surcoreano.

Igualmente importante es que China se ha convertido en un facilitador clave de la guerra de Rusia en Ucrania. Con las sanciones occidentales privando a Rusia de componentes clave como la electrónica, China y su vasta base de fabricación han surgido como un importante proveedor de microelectrónica, piezas de aviones no tripulados y otros componentes.

Pero esto no equivale al tipo de operaciones integradas practicadas por Estados Unidos y Gran Bretaña en la Segunda Guerra Mundial, en las que las tropas estadounidenses servían a las órdenes de comandantes británicos y viceversa, o por la OTAN en la actualidad.

"Los responsables políticos y los planificadores no deben sobrestimar el estado de cooperación militar e integración operativa que existe entre Rusia y China", advirtie el think tank RAND.

China solo envió unos pocos miles de soldados al masivo juego de guerra de Rusia de 2018, en el que se calcula que participaron 300.000 personas.
China solo envió unos pocos miles de soldados al masivo juego de guerra de Rusia de 2018, en el que se calcula que participaron 300.000 personas.

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Los ejercicios en los que participan fuerzas rusas y chinas han sido "descritos como más 'paralelos' que 'conjuntos', lo que significa que a los militares rusos y chinos se les asignan tareas y calendarios establecidos, los llevan a cabo de forma sincronizada pero independiente, y en general tienen una interacción limitada en áreas como la planificación y el C2 [mando y control]", explica el informe. "Por esa razón, estos ejercicios han hecho en realidad relativamente poco para promover la interoperabilidad tanto a nivel operativo como táctico".

El resultado es una cooperación militar más simbólica que práctica. "El compromiso de China con las maniobras es relativamente bajo", afirma el think tank. "El EPL [Ejército Popular de Liberación] envió alrededor de 3.200 soldados al ejercicio ruso Vostok 2018, con 300.000 efectivos, y solo 1.600 al ejercicio ruso Tsentr-2019 (en el que la parte rusa desplegó casi 130.000 soldados). Parece que el EPL está más interesado en aprender de Rusia que en compartir conocimientos sobre sus propias capacidades militares o en entrenarse como socios en igualdad de condiciones, mientras que, para Rusia, el objetivo es presentar a Occidente una imagen de cooperación conjunta con China para contrarrestar la impresión de que Moscú está aislado y es vulnerable". 

Mark Cozad, coautor del estudio, compara estos acuerdos con la integración militar de la OTAN o de Estados Unidos y Corea del Sur. "La OTAN y Estados Unidos y Corea del Sur planean luchar como alianzas, lo que significa que la formación debe desarrollar y entrenar el mando y el control combinados, la selección de objetivos, ISR [inteligencia y reconocimiento], la logística y las operaciones, entre otras áreas", explica Cozad a Business Insider. "Además, hay un enfoque mucho más riguroso de la formación en estas alianzas lo que significa que la formación es generalmente mucho más realista que lo que vemos fuera de los rusos y chinos". 

A pesar de presumir de sus lazos militares, Rusia y China no tienen mucha fe en la destreza militar de la otra parte. Tras la pésima actuación de Rusia en combate en Ucrania, la cuestión es "si China vería al ejército ruso como un socio de coalición capaz y útil", según el informe. Por otra parte, dada la falta de experiencia reciente de China en combate, "Moscú podría considerar al EPL como un socio bien dotado de recursos pero cuestionable". 

Algunas alianzas son más estrechas que otras. Estados Unidos y Gran Bretaña formaron parte de la Gran Alianza con la Unión Soviética, en la que Rusia y los aliados occidentales libraron campañas paralelas y en su mayoría descoordinadas en un ambiente de desconfianza mutua. Capitalistas y comunistas podían estar de acuerdo en la necesidad de derrotar a Hitler, pero no mucho más. 

En su tratado de amistad de 2001, China y Rusia acordaron consultarse si alguna de las dos naciones era atacada. Pero no prometieron luchar el uno por el otro. "En particular, este acuerdo no incluye una cláusula de defensa mutua", señala el estudio elaborado por RAND.

 

Las alianzas exitosas requieren que los socios subordinen sus intereses por el bien de la alianza, y eso es un gran problema para Rusia y China. Ambas naciones tienen una tradición de ser el socio dominante en las alianzas y de intimidar a sus aliados, ya fuera la Unión Soviética avasallando a sus satélites de Europa del Este, o China tratando como vasallos a vecinos como Vietnam y Corea.

"Ni China ni Rusia tienen un historial reciente de alianza militar interoperable con ningún otro país, y mucho menos un historial de estructuras conjuntas de mando y control o de delegación de autoridad a los mandos sobre el terreno para innovar y asociarse con el fin de resolver los retos operativos", señala el informe.

Además del placer de volver loco a Estados Unidos, la cooperación militar entre China y Rusia ofrece ventajas tangibles. China, que no ha librado una guerra desde que invadió Vietnam en 1979, puede aprender de la experiencia de combate rusa en Siria y Ucrania. Rusia obtiene acceso a productos chinos que están bajo sanción en Occidente. Las buenas relaciones permiten desmilitarizar los 3.000 kilómetros de frontera entre Rusia y China, lo que permite concentrar fuerzas en Ucrania o para una invasión de Taiwán.

Sin embargo, hay muchos problemas que podrían hacer descarrilar esta alianza. Uno de ellos es la inmensa carga histórica que pesa sobre sus relaciones. "Los rusos y los chinos han tenido una relación mixta durante más de 75 años que ha incluido tanto una asociación estratégica como una intensa hostilidad", subraya Cozad. 

China no ha olvidado que la Rusia zarista se anexionó 350.000 millas cuadradas de territorio chino en la década de 1850. En 1969, tropas chinas y rusas se enfrentaron a lo largo del río Ussuri (en un momento dado, los soviéticos consideraron la posibilidad de lanzar un ataque nuclear contra China). En la actualidad, existe una competencia por Asia Central, el malestar chino por la guerra de Rusia en Ucrania y el hecho de que Rusia se está convirtiendo inexorablemente en el socio menor a medida que crece el poder económico y militar chino.

Todo ello plantea la siguiente cuestión: ¿puede Occidente explotar estas posibles divisiones para romper la alianza entre China y Rusia? 

RAND advierte en contra de intentarlo. "Abogamos por no intentar socavar la alianza entre Rusia y China porque no tenemos muchas herramientas o incentivos que ninguno de esos dos socios considere más valiosos que su alianza", explica Cozad. Aunque los chinos quieran cosas de Estados Unidos, "son escépticos de que en cinco o diez años se les pueda volver a quitar ese incentivo y entonces habrán dañado su relación con Rusia al perder ese incentivo". 

En su lugar, RAND sugiere que la mejor respuesta sería que Estados Unidos y sus aliados se aliaran más estrechamente. "La forma más eficaz para Estados Unidos de contrarrestar la asociación estratégica Rusia-China es garantizar la salud de sus propias alianzas y buscar una cooperación cada vez mayor con sus aliados y socios más importantes", recomienda el informe.

Al final, las alianzas exitosas son una mezcla no solo de intereses nacionales propios, sino de valores compartidos. Esa puede ser la verdadera diferencia entre una alianza como la OTAN, la mayoría de cuyos miembros comparten la creencia en la democracia, los derechos individuales y el libre comercio, frente a una amistad chino-rusa basada en la pregunta "¿qué gano yo?".

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