Caminatas diarias, comida casera ​​y pasatiempos: cómo el hombre más longevo de EEUU se mantuvo lúcido hasta los 110 años

Morrie Markoff, escritor, fotógrafo y escultor, era el hombre vivo más anciano de EEUU antes de su muerte este año a los 110 años.
Morrie Markoff, escritor, fotógrafo y escultor, era el hombre vivo más anciano de EEUU antes de su muerte este año a los 110 años.
Foto del redactor Cristina Fernández Esteban

Redactora Colaboradora

  • Morrie Markoff era el hombre más anciano conocido en EEUU cuando murió a principios de junio.
  • Su hija asegura que hábitos como caminar a diario y dedicarse a pasatiempos artísticos lo mantenían saludable.

Antes de convertirse en el hombre más longevo de Estados Unidos, Morrie Markoff técnicamente murió, pero no por mucho tiempo.

Justo antes de cumplir 99 años, Markoff, un ávido viajero, fotógrafo y escultor con un gran interés en analizar los acontecimientos mundiales, sufrió un ataque cardíaco. Mientras estaba en el hospital, una máquina falló y el corazón de Markoff dejó de latir durante varios minutos, cuenta su hija Judith Hansen a Business Insider.

Pero no solo revivió. Markoff vivió más de una década tras el suceso, escribió un libro y persiguió apasionadamente su amor por el aprendizaje, el mismo que había tenido durante toda su vida. El año pasado, a sus 109 años, se volvió viral por celebrar su cumpleaños con la actuación de una bailarina del vientre.

Con 110 años, era el estadounidense vivo más anciano conocido antes de su muerte a principios de junio.

Ahora ha establecido otro récord, esta vez como la donación de cerebro sano más antiguo registrado.

A pesar de su avanzada edad, Markoff se mantuvo lúcido y libre de enfermedades neurológicas, por lo que estudiar su cerebro sano podría ayudar a los investigadores a comprender el deterioro cognitivo y el envejecimiento a través del Brain Donor Project.

Según Hansen, que ahora tiene 83 años y sigue su ejemplo, sus hábitos sencillos de dieta y ejercicio, junto con su constante curiosidad y participación comunitaria, lo mantuvieron saludable física y mentalmente a lo largo de los años.

"Estoy viviendo de la misma manera", asegura. "Porque funcionó".

Caminar era su principal forma de ejercicio

Durante muchos años, Markoff y su esposa, Betty, que vivió hasta los 103 años, caminaron casi 5 kilómetros al día alrededor del embalse cerca de su casa y mantuvieron el hábito hasta los 90 años, cuenta Hansen.

Cerca del final de su vida, Markoff se mantuvo activo incluso cuando eso significaba dar vueltas en el interior.

"Mi padre caminaba alrededor de la mesa del comedor con el cuidador", asegura Hansen. "El chiste era que debíamos poner otra hoja sobre la mesa para hacerla más grande porque era su pista de carreras. Él siempre decía: 'Tengo que hacer ejercicio'".

Las investigaciones sugieren que caminar es una estrategia con base científica para aumentar la longevidad y reducir el riesgo de enfermedades como las cardíacas, incluso si se añaden solo unos pocos cientos de pasos al día.

No comía alimentos procesados

pero disfrutaba del postre

Markoff no vivió hasta los 110 años comiendo superalimentos orgánicos, pero tampoco era fanático de la comida basura. La familia comía comidas sencillas y caseras, que normalmente incluían pequeñas porciones de postre, según Hansen.

"Todo lo hicieron con moderación", indica. "No teníamos galletas ni refrescos comprados en la tienda, pero no había nada elaborado".

Los Markoff también fueron proféticos en cuanto a evitar las botellas de plástico, que las investigaciones ahora relacionan con riesgos para la salud como la diabetes.

Se mantuvo curioso y comprometido

Aunque Markoff creció en la pobreza y abandonó la escuela en octavo grado, tenía una pasión persistente por aprender cosas nuevas y crear vínculos con su comunidad.

"Él y mi madre estaban muy conectados con el mundo. Se levantaban todas las mañanas y leían el LA Times", describe Hansen.

La pareja también viajó por todo el mundo, incluyendo México justo después de que se construyera la Carretera Panamericana a principios de la década de 1950, y visitó Europa del Este, Japón y China.

"No eran del tipo crucero", bromea Hansen. "Eso era demasiado tranquilo. Tomaron autobuses y trenes por todas partes".

A Markoff le encantaba compartir sus conocimientos. A partir de mediados de la década de 2000, comenzó a escribir a diario lo que luego se convirtió en un blog y, finalmente, en un libro. A los 103 años, asistía a eventos literarios y firmaba ejemplares para sus fans.

También se dedicó a formas de expresión artística como la fotografía y la creación de esculturas a partir de chatarra, y no tuvo reparos en enorgullecerse de su arte e intentó donar sus obras a un museo, añade Hansen.

Su creatividad y curiosidad probablemente le ayudaron a mantenerse mentalmente activo. La evidencia sugiere que aprender cosas nuevas a medida que se envejece puede mantener el cerebro en buena forma.

Hansen afirma que su padre constantemente compartía sus conocimientos en la vida por lo que le habría encantado que su cerebro fuera una contribución duradera a la ciencia que tanto amaba. "Habría sido muy feliz", indica. "Es el legado más maravilloso".

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