El aterrador secreto que se esconde tras el auge de los centros de datos

  • Amazon, Microsoft y Google han monopolizado el futuro de la IA con sus centros de datos. 
  • Cuando un gigante tecnológico brinda acceso a una startup a sus servicios en la nube se asegura una forma de control sobre esa compañía.
Adam Rogers
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Hoy en día se construyen centros de datos por todas partes. Estos edificios sin ventanas están en expansión y son el motor físico de internet. Ahora se están construyendo más que nunca, y la nueva generación es más grande y está más hambrienta de datos que las anteriores. Antes, un centro normal solía consumir 10 megavatios de electricidad, ahora se construyen centros de datos que van a consumir 10 veces más. 

El año pasado, todos los centros de datos del mundo tenían espacio para 10,1 zettabytes de información, unos 456.000 millones de Wikipedias. Y con el auge de la inteligencia artificial, que requiere grandes cantidades de datos y energía, se espera que la capacidad global de los centros de datos se duplique para 2027. Si no vives cerca de un centro de datos, pronto lo harás. 

Pero la computación en la nube y la inteligencia artificial no son los únicos factores que impulsan la creación de centros de datos "hiperescalables". Alrededor del 65% de la capacidad de los centros mundiales es propiedad de solo tres empresas: Amazon, Google y Microsoft. Al igual que los magnates del ferrocarril de antaño, están compitiendo para controlar el mercado, porque entienden algo que ha eludido el resto de nosotros. Los centros de datos son algo más que enormes almacenes digitales. Son la tecnología de infraestructura esencial sobre la que prácticamente todas las demás empresas del mundo deben funcionar. 

Hoy en día, cuando las empresas necesitan prácticamente cualquier servicio informático —redes, seguridad, procesamiento de datos, plataformas, lo que sea— es más fácil y barato alquilarlo a Amazon Web Services, Google Cloud o Microsoft Azure. Cuantos más centros de datos tengan esas empresas, más servicios podrán ofrecer y más capacidad de almacenamiento y cálculo podrán proporcionar. Al intentar acaparar el mercado de los centros de datos, no solo están creando almacenes más grandes para los datos, sino que pretenden ser una ventanilla única para toda la tecnología que necesita una empresa. 

Esto es aún más cierto en el caso de las startups de IA. Cuando una empresa innovadora necesita acceder a los grandes modelos lingüísticos que se requieren para entrenar y ejecutar la IA generativa, es casi imposible no pasar por las grandes tecnológicas para conseguirlos. Y ahora los gigantes tecnológicos están invirtiendo en esas nuevas empresas ofreciéndoles "créditos" por utilizar la nube de la compañía. Así es como Microsoft hizo una parte de su inversión en OpenAI, por ejemplo, dando a la startup acceso a sus centros de datos. Es un aliciente jugoso para entrar en un ecosistema patentado.

"Aquí está el verdadero negocio", dice Cecilia Rikap, economista autora de un nuevo informe titulado Dinámica del gobierno corporativo más allá de la propiedad en la IA. "Cuanto más se consume la IA, hay más consumo de la nube y, por lo tanto, no solo más dinero para estas empresas, sino más tecnología digital que se entrelaza y enreda dentro de su infraestructura".

Y ese enredo es lo que preocupa a muchos economistas y juristas. Los reguladores llaman al problema "bloqueo". Cambiar de un ecosistema de datos a otro no es como mudarse de oficina a un nuevo edificio. Las interfaces de programación de Microsoft Azure, por ejemplo, no se trasladan sin más a Amazon Web Services. Entrar en uno es fácil, pero como en el Hotel California, salir es casi imposible. 

Una vez que un gigante tecnológico da acceso a una startup a sus servicios en la nube y a sus grandes modelos lingüísticos, se ha asegurado prácticamente una forma de control sobre una empresa incipiente que algún día podría convertirse en competidora. "Los líderes del mercado se benefician de la ventaja de los pioneros, junto con los efectos de red y los elevados costes de cambio que fijan a los clientes", advertía un subcomité del Congreso de Estados Unidos en un informe de 450 páginas en 2020. La prisa por construir centros de datos es, en gran parte, un movimiento de las grandes tecnológicas para asegurarse las llaves del reino de la inteligencia artificial.

Ilustración centro de datos

A corto plazo, el auge de los centros de datos ha sido positivo para las startups. "Hasta hace poco, la percepción entre los académicos era que el auge de la computación en la nube era genial para las startups y la innovación", dice Matthew Wansley, profesor de Derecho de la Universidad Yeshiva que estudia la competencia y la regulación. "Antes, si eras una startup, tenías que construir tus propios servidores. Es un coste inicial fijo enorme". 

Eso ya no es cierto. El precio de los servicios de computación en la nube ha caído cada año desde 2006, cuando Amazon abrió su nube. Y se desplomó absolutamente en 2014, como señaló un equipo de economistas, cuando Microsoft y Google empezaron a anunciar sus precios competitivos. De 2010 a 2014, los precios de las bases de datos de AWS cayeron un 11%. En los dos años siguientes, se desplomaron un 22%. 

La computación en la nube también facilitó la financiación de las startups. Los inversores de capital riesgo adoptaron un enfoque de "esparcir dinero y ponerse a rezar" para invertir, lo que significa que apostaron por más empresas, pero invirtieron menos dinero en cada una de ellas. También redujeron su participación directa en la gestión de las empresas, confiando en el mercado para separar a los ganadores de los perdedores. 

El panorama ha sido especialmente bueno para las startups de IA. "Las empresas más pequeñas como nosotros pueden acceder a la potencia de cálculo y la escalabilidad que ofrecen los grandes proveedores de servicios", afirma Jonas Jacobi, CEO y cofundador de ValidMind, una fintech. "Hay algunos grandes actores que dominan el espacio de la IA, pero también hay startups que intentan competir con ellos. La única razón por la que pueden es por los proveedores de la nube". 

El truco, dice Jacobi, es escribir código que pueda funcionar con cualquiera de los tres proveedores, para no quedar atrapado en una sola empresa. Hay que mantenerse "neutral con respecto a la tecnología", afirma. Claro que uno de los gigantes tecnológicos siempre puede lanzarse y crear su propia versión de tu software. Hay datos que sugieren que Amazon ha convertido en un procedimiento operativo estándar "engullir" los productos de pequeños competidores de código abierto y reempaquetarlos como parte de su propio conjunto de servicios, como hizo con el motor de búsqueda Elastic. "Pero eso forma parte del viaje de una startup", afirma Jacobi. "Sólo depende de nosotros como empresa ser más rápidos y ágiles".

Pero con el tiempo, advierten los economistas, ser ágiles no será suficiente. En la batalla por crear tecnología fundacional —los "activos complementarios clave" de la empresa—, las startups de IA perderán inevitablemente frente a los gigantes tecnológicos que controlan los centros de datos. "La IA es una tecnología de uso general", afirma Rikap. "Se está aplicando a todo. Pero el tipo de IA que obtengamos y el que no obtendremos se verá afectado por el poder de sólo tres empresas. Es un monopolio intelectual. Lo que controlan son los datos y el conocimiento". Al encerrar a las startups en sus sistemas, Google y Amazon y Microsoft pueden efectivamente tener favoritos, ofreciendo mejores acuerdos y servicios más baratos a las empresas en las que tienen la mayor participación

Con el tiempo, advierten los economistas, las startups de IA perderán inevitablemente frente a los gigantes tecnológicos que controlan los centros de datos.

Rikap también ha descubierto que su creciente control de los centros de datos también incentiva a las grandes tecnológicas a trabajar juntas para compartir información y proteger sus intereses comunes. En un artículo publicado con Bengt-Åke Lundvall, economista de la Universidad de Aalborg (Dinamarca), Rikap señala que los artículos publicados en revistas técnicas y académicas por investigadores de Microsoft, Google y Amazon tenían coautores empleados por sus competidores. No cabe duda de que la Informática es un mundo pequeño. Pero la autoría conjunta, dice Rikap, es "una forma pura de decir que están colaborando y saben lo que hacen los demás", un sello distintivo del comportamiento anticompetitivo.

Por el momento, aún hay motivos para esperar que la innovación se imponga a la monopolización. Amazon, Google y Microsoft siguen compitiendo en precio y prestaciones, lo que es bueno para todos. Y en Europa, donde los reguladores están adoptando un enfoque más agresivo con respecto a la tecnología en general y a la computación en la nube en particular, las tres grandes están ocupadas señalándose con el dedo. Un ejecutivo de Google Cloud denunció recientemente a Microsoft por "monopolio" y "jardín amurallado", y una alianza comercial que incluye a Amazon presentó una denuncia antimonopolio por las licencias de computación en nube de Microsoft. En su pugna por la cuota de mercado, las empresas aún no están al mismo nivel, lo que abre una puerta, aunque pequeña, a competidores ágiles y más rápidos.

Con el tiempo, las empresas tecnológicas maduras tienden a pasar de intentar innovar ellas mismas a cobrar a otros que innovan. Entre los economistas, esto se conoce como "comportamiento de búsqueda de rentas", y se parece mucho a lo que Amazon, Google y Microsoft están haciendo con la computación en nube y los centros de datos.

Entonces, ¿cuál es la mejor manera de asegurarse de que las grandes tecnológicas no utilizan los centros de datos para cortocircuitar la innovación? Los investigadores apuntan a Google, que ofrece un tipo de asociación más amistosa a las startups. "La división Google Cloud se asocia con prometedoras startups de bases de datos, contribuye a proyectos de código abierto y colabora con fundaciones de código abierto", observaban recientemente dos académicos. Es una "arquitectura de participación", dicen, que permite a Google obtener beneficios al tiempo que fomenta el crecimiento de startups e ideas.

Y lo que es más importante, la Comisión Federal de Comercio de Estados Unidos (FTC), consciente de la amenaza que suponen los centros de datos, ha ordenado a las grandes empresas tecnológicas que entreguen información sobre sus inversiones en IA. Al igual que las nuevas leyes acabaron por ponerse al día con las prácticas de fijación de precios de los ferrocarriles en la década de 1880, los reguladores de hoy bien podrían ponerse al día con las marañas futuristas y tecnológicas de la computación en nube. 

Existe una razón de peso: la autora principal de aquel informe de 450 páginas del subcomité de la Cámara de Representantes sobre el comportamiento anticompetitivo de las grandes tecnológicas era una abogada llamada Lina Khan. Hoy es la dura jefa de la FTC.

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