Álvaro Martínez, CEO de Luzia: "Nos acostumbraremos a usar la IA igual que nos hemos acostumbrado a viajar en avión"

Álvaro Martínez

Luzia

  • Luzia acaba de levantar una ronda de 18 millones de euros desde EEUU gracias a su asistente, guiado por IA.
  • "En un futuro, la IA no solo entenderá la frase, sino lo que rodea la frase: el tono, el contexto", explica a Business Insider España Álvaro Martínez, su CEO.

Por el momento, en mitad de un año poco generoso en rondas de financiación, los 18 millones de euros que Luzia levantó desde EEUU hace algo más de un mes va camino de ser una de las rondas de financiación más relevantes del año.

Lo es, en primer lugar, por el montante de la operación: en un momento de sequía inversora, levantar aunque sea un par de decenas de millones de euros es casi una heroicidad. En segundo lugar, el movimiento dio cuenta de hasta qué punto el mercado es parco en financiación para todos excepto para una tecnología que es hoy la niña mimada de los inversores: la IA.

Existe, además, un tercer motivo, que no es otro que la propia propuesta de Luzia, una startup afincada lejos de las fronteras nacionales pero con origen español cuya app es un asistente virtual homónimo conducido por IA.

Detrás del proyecto se encuentra Álvaro Martínez, que, a diferencia de muchos tecnooptimistas recalcitrantes que hablan de la IA casi como si se tratara de su nueva religión, asienta su discurso en evidencias, tiene los pies en el suelo

Lo demuestran los hechos. Para probar las primeras versiones de Luzia (que entonces ni siquiera se llamaba Luzia ni LuzIA, sino Chatify) hizo lo que hacen muchos periodistas cuando sienten que lo que han escrito no se entiende bien: se lo dio a su madre. Esta fue la primera que dio luz verde al invento.

Hoy, a Martínez todavía le sorprenden algunos casos de uso de su asistente virtual. "Tengo una vecina que lo usa para cuidar las plantas. Pues me parece muy bien. Es un caso de uso que a nosotros no se nos había ocurrido", cuenta a Business Insider España

Luzia no vende imposibles. Quiere desarrollar un producto que, sobre todo, sea útil. Es verdad, está desarrollando tecnología para combinar los LLM, los modelos de lenguaje existentes para enseñar a la IA, de la manera más eficiente posible, pero no compite por crear su propio modelo. 

"En este sentido, Mistral [la startup de IA francesa que acaba de levantar 600 millones de euros] no es competencia nuestra. Una competencia nuestra puede ser por ejemplo la IA de Google", aclara Martínez, que entró en contacto con la IA en 2021, un poco antes de que el mundo conociera nombres como ChatGPT u OpenAI. "Me voló la cabeza. Me obsesioné", reconoce. 

Con experiencia en el mundo de la consultoría y tras haber participado ya en algunas startups, no se lo pensó: esa tecnología capaz de contestar (aún de manera más o menos rudimentaria) las preguntas que uno le planteaba de una manera orgánica, casi como si fuera parte de una conversación, era el futuro, la tumba de la barra de búsqueda de internet.

Sigue convencido de que lo es: "En un futuro, la IA no solo entenderá la frase, sino lo que rodea la frase: el tono, el contexto. No es lo mismo saludar escuetamente con un hola que llegar a la oficina lleno de energía y preguntar a todo el mundo qué tal está. Vamos hacia una multimodalidad pura en la que todo ese significado no se pierde".

Un día tal vez menos lejano de lo que parece un usuario saludará a la IA y esta le contestará que lo nota desanimado. ¿Increíble? Seguramente. ¿Distópico? Puede. ¿Raro? Desde luego que sí. Aunque para Martínez todo es cuestión de acostumbrarse. 

"La primera vez que viajas en avión te parece alucinante. La segunda te lo parece un poco menos. Cuando has viajado mucho en avión, te quejas de que los asientos son estrechos. Pasa con toda la tecnología. Sin ir más lejos, tener wifi en un avión al principio nos parecía increíble. La segunda vez que lo tienes, ya te quejas de que va lento. Nos acostumbraremos a de la misma manera".

Los datos indican que cada vez más gente se está acostumbrando a Luzia. En los primeros 56 días tras ver la luz, la aplicación alcanzó el millón de usuarios. Hoy, andan cerca de los 50 millones, lo que vale a la startup para despertar el interés de todos los inversores: "Basta con dar ese dato para que, al menos, les interese lo que vas a decir", cuenta.

Y eso que, como el propio Martínez reconoce, la IA es un sector tremendamente poblado: "También forma parte de la diversión. Muchos de los competidores que nos salieron en los primeros meses con el tiempo han ido despareciendo". 

Para el CEO, la principal ventaja competitiva de Luzia reside en una sola palabra: accesibilidad. Una accesibilidad por el momento pasa por haber renunciado a monetizar el producto mediante publicidad o modelos premium. Luzia está incluso disponible en conversación de Whatsapp. 

"Hubiese sido un error y habríamos desaparecido como empresa lanzarnos a monetizar demasiado pronto. Nos hemos presentado como un producto muy generalista y tenemos mucha penetración en lugares como EEUU. La idea es entender muy bien al usuario para saber dónde le podemos extraer valor", explica el emprendedor.

Para él, conviene empezar a salir esquemas de más o menos convencionales de monetización. Nada de anuncios que ocupan toda la pantalla, nada de modelos premium ni freemium. Gracias a la IA, imagina un futuro con maneras de sacar negocio un poco más sutiles.

"Imaginemos que un usuario quiere ir a Japón, le consulta a Luzia y esta le ofrece una serie de lugares y rutas interesantes. Pero vayamos más allá. Imaginemos que tenemos un acuerdo comercial con Booking, por ejemplo, para que a través de Luzia puedan ofertar habitaciones de hotel. Lo mismo con restaurantes. Sería parecido a las primeras páginas de Google, que están patrocinadas".

Pero la idea trae consigo cuestiones algo más peliagudas, como el tratamiento de los datos de usuarios en este tipo de aplicaciones. Es decir, dónde trazar la línea para que las empresas no traten de aprovechar las preferencias de los usuarios para vender más, aunque sea a costa de invadir su intimidad.

"Por supuesto que es un riesgo, y hay que hacer las cosas de manera que el usuario pueda confiar en nosotros. El primer abogado que metimos en la empresa se dedicó a validar que lo que hacemos es correcto y que separamos las tendencias que podemos llegar a ver en los usuarios de la identidad de todos y cada uno de ellos", comenta al respecto Martínez.

Lo mismo para evitar que este tipo de patrocinios afecten a la experiencia del usuario: "Mis inventivos están mucho más alineados con el usuario. Luzia tiene que ser amiga del usuario, no es solo un motor de búsqueda".

Martínez de verdad cree que es posible tomar a un asistente virtual como un amigo. "Sé que suena raro, pero, si uno se para a pensarlo, ¿qué queremos de un amigo? Que esté ahí cuando lo necesitamos, y Luzia está ahí. Que nos escuche, y Luzia nos escucha. Que nos ayude, y Luzia nos ayuda".

Como muchas veces hay cuchillo de palo en casa del herrero, el emprendedor aclara que él mismo usa Luzia con todo esto en mente: "Me ayuda mucho a pensar, a aclarar mis ideas, a poner en orden las prioridades. Le pregunto qué piensa sobre tal o cual cosa. Lo uso mucho, aunque sé que no soy un usuario típico del asistente".

Con todo, no es el que más acostumbrado está a Luzia en su casa: "El otro día, hablando con mi hija de cinco años de las medusas, nos surgió una duda y le dije que lo buscáramos en Google. Ella me preguntó que qué era Google y que por qué no se lo preguntaba a Luzia. Creo que ellos serán quienes normalizarán el uso de esta tecnología". 

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