Viajo en avión frecuentemente y esta es la razón por la que siempre elijo el asiento del pasillo, aunque cueste más dinero

Taylor Rains/Business Insider

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  • Antes no me importaba dónde me sentaba en un avión, pero ahora pago más por ir en el asiento del pasillo.
  • Quiero tener libertad para moverme y la sensación de amplitud me ayuda a aliviar la claustrofobia en los vuelos largos.

Llevo años viajando por todo el mundo probando las cabinas económicas de las distintas aerolíneas, desde las de primera categoría, como Delta Air Lines y All Nippon Airways, hasta las más económicas, como Norse Atlantic Airways y Spirit Airlines.

Como apasionada de la aviación y a la que le encanta estar en un avión, rara vez me preocupaba por reservar un asiento concreto. Además, mi yo más joven era extremadamente frugal, así que no me importaba mientras fuera barato, aunque significara sentarme en medio.

Sin embargo, ahora que solo me falta un año para cumplir los 30 y dispongo de un poco más de dinero para divertirme, me he vuelto más exigente a la hora de sentarme.

Muchas veces, para sorpresa de amigos y familiares que suponen que prefiero la ventanilla por las vistas (solía hacerlo), mi preferencia es el asiento del pasillo, sobre todo en los viajes largos.

A principios de año, por ejemplo, pagué unos 100 dólares (92 euros) por un asiento en el pasillo de un vuelo de Finnair entre Nueva York y Helsinki. También desembolsé 50 dólares (46 euros) para reservar un asiento de pasillo en Air India en enero y 20 dólares (18 euros) para un vuelo transatlántico de Norse Atlantic Airways en agosto.

Hay veces que no pago por un asiento. Por ejemplo, para mi trabajo como periodista de aviación, para poder hacer reseñas sobre la clase económica básica, o en vuelos de menos de dos horas.

Aun así, en la mayoría de los casos me merece la pena gastar más.

Quiero libertad para moverme por la cabina siempre que quiera

La razón por la que pago más por un asiento de pasillo es doble. En primer lugar, no me gusta no tener acceso inmediato a las cosas.

Admito que soy un poco maniática del control, para bien o para mal. Por eso, no poder levantarme y estirar las piernas o ir al baño cuando quiero —cuando no hay turbulencias, claro— no es mi ideal de un viaje sin estrés.

El segundo problema me sorprendió el año pasado.

Después de una década de experimentar sin miedo la mayoría de situaciones, he desarrollado un poco de claustrofobia a la hora de volar. Me di cuenta después de optar por la ventanilla en algunos viajes de larga distancia el año pasado, pensando que así dormiría mejor.

En un vuelo de Air India en enero, opté por un asiento de pasillo con sección central, por el que pagué 50 dólares más.
En un vuelo de Air India en enero, opté por un asiento de pasillo con sección central, por el que pagué 50 dólares más.

Taylor Rains/Business Insider

Sin embargo, la estrechez lo hacía más difícil. El asiento de pasillo me permite estirar un brazo o una pierna cuando lo necesito, lo que me da suficiente espacio para moverme.

Siendo consciente de todo esto, lo lógico es pagar más por un pasillo en lugar de convertir mis necesidades personales en un problema de los demás.

Además, soy una persona muy complaciente, así que de ninguna manera voy a molestar a mis vecinos para que me dejen salir del asiento de la ventanilla a menos que sea una emergencia absoluta.

Sé que mi preferencia es discutible. Algunas personas se quejan del pasillo por cosas como que el carrito de la cocina golpea el asiento, la falta de intimidad y la dificultad para dormir porque prefieren apoyarse en la pared del avión.

Personalmente, nada de esto me molesta. Puedo dormir siempre que tenga un reposacabezas: duermo profundamente y no me despierto por ruidos o sacudidas bruscas.

Hay momentos en los que desearía tener un asiento de ventanilla, como cuando mi vuelo de Air India sobrevolaba el Himalaya y no podía verlo desde la sección central. Afortunadamente, un pasajero me dejó inclinarme para hacer una foto. Todos salimos ganando.

Únicamente cambio de asiento si es pasillo por pasillo

Hay un debate constante sobre si la gente debe cambiar sus asientos para un grupo que quiera sentarse junto en un vuelo, como familias o parejas.

Yo siempre he sido de la opinión de que si no se planifica con antelación y se asignan asientos separados y luego necesitan el que yo he pagado, no es asunto mío.

Qué debes hacer si otro pasajero te insiste en que le cambies el asiento, según expertos en viajes

Pagué mi asiento de pasillo por una razón, así que estoy en mi derecho de decir que no. Sin embargo, me plantearé cambiarlo si me ofrecen otro pasillo.

Me asignaron un asiento de ventanilla la salida de emergencia para un vuelo de British Airways en marzo y me lo quedé porque había mucho espacio para levantarme cuando quisiera.
Me asignaron un asiento de ventanilla la salida de emergencia para un vuelo de British Airways en marzo y me lo quedé porque había mucho espacio para levantarme cuando quisiera.

Taylor Rains/Business Insider

Pero no suele ser así. Hace poco volé con Ryanair y una pareja quiso sentarse junta, pidiéndome que cambiara mi asiento del pasillo por uno del medio... no, gracias.

Pero no soy un monstruo. Si hay una razón médica, lo cambio, o si un niño tiene miedo de sentarse lejos de sus padres.

Por ejemplo, tuve una situación en la que una mujer que no había elegido asiento con antelación fue separada de su hijo pequeño. Era pasillo por pasillo, pero acabé en el asiento del fondo del avión.

En otra ocasión, un cambio de avión modificó los asientos de toda una familia, y yo cambié mi pasillo por la ventanilla del padre. No me hizo mucha gracia en ninguno de los casos, pero pensé que podría tener algo de buen karma.

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