El viaje a China de Warren Buffett: nada de comida local, solo hamburguesas, patatas fritas y Coca-Cola

Buffett bebiendo Coca-Cola en una de las reuniones de Berkshire Hathaway.
Buffett bebiendo Coca-Cola en una de las reuniones de Berkshire Hathaway.

Reuters

  • El genio de las inversiones hizo un viaje con su amigo Bill Gates y la entonces esposa, Melinda, y tuvo a personal especializado para cocinarle comida basura.
  • En una ocasión, el Oráculo de Omaha vio pasar por delante 15 platos de sushi sin probar un solo bocado.

Warren Buffett es un amante de la comida basura y no se esconde. Desayuna McDonald's a diario, come caramelos, devora helado y bebe cinco latas de Coca-Cola al día.

El gran inversor sigue esta dieta inusual cada día de su vida, lo que se complica cuando está de viaje. Una anécdota que ejemplifica esto fue cuando viajó durante 17 días a China, en 1995, junto a su amigo y cofundador de Microsoft, Bill Gates y su entonces esposa Melinda, quienes se aseguraron de que Buffett no tuviera que salir de su zona de confort y comer comida local.

Lo narra Alice Schroeder en la biografía, del director ejecutivo de Berkshire Hathaway, The Snowball: Warren Buffett and the Business of Life.

Antes de iniciar el viaje, los Gates pidieron a Buffett que rellenara un cuestionario sobre lo que le gustaba comer. Y es que en ya en una cena en 1989 observaron como el Oráculo de Omaha veía pasar por delante 15 platos de sushi sin probar un solo bocado

"No como comida china. Si es necesario, sírvanme arroz y simplemente lo moveré en mi plato y luego volveré a mi habitación y comeré cacahuetes", citaba el inversor.

Hamburguesas, patatas fritas y refrescos

La primera prueba fue cuando Buffett se sentó a disfrutar de una gran cena típica de la región de Sichuan, en el Palace Hotel de Pekín, durante su primera noche en China.

"Los camareros colocaron plato tras plato en las bandejas giratorias: pato ahumado en té, cerdo cocido con salsa de chile, pollo picante y olla caliente de Sichuan", escribe Schroeder.

Afortunadamente, los Gates habían hecho algún arreglo para que la compañía de viajes enviara personal con anticipación para instruir a los chefs del hotel sobre cómo preparar hamburguesas y patatas fritas para Buffett.

"Para su deleite, le sirvieron un plato tras otro de patatas fritas, incluso de postre", apunta Schroeder.

Con el primer día superado, el grupo salió a hacer turismo al día siguiente. Cuando pararon en restaurantes para comer y cenar, a Buffett le sirvieron nuevamente hamburguesas y patatas fritas mientras los demás comían comida china.

Además, en el tercer día del viaje, cuando llegaron a la cima de la Gran Muralla, Buffett encontró una Coca-Cola de sabor cereza esperándolo mientras los demás disfrutaban de champán.

Entre trago y trago, Buffett bromeó sobre la Maravilla del Mundo que tenía bajo sus pies: "Vaya, me habría gustado ser la empresa que consiguió el contrato del ladrillo para esto".

Siguiendo el viaje y fiel a su estilo, el inversor rechazó una lección de artes marciales a la mañana siguiente y optó por hacer una visita a la planta de Coca-Cola más cercana.

El libro de Schroeder también cuenta que el grupo alquiló el tren personal del presidente Mao y recorrió la antigua Ruta de la Seda a través del noroeste de China. 

Montaron en camellos en el desierto, se maravillaron con la arquitectura antigua, observaron pandas gigantes y vieron el Ejército de Terracota. Además, durante un crucero privado panorámico, Buffett, Gates y el padre de Gates jugaron al bridge.

Puede que el jefe de Berkshire disfrutara de algunas de las fantásticas vistas y experiencias del país, pero estaba claro que ansiaba disfrutar de las comodidades de su hogar cuando concluyó la gira en Hong Kong.

"Buffett llevó a los Gates directamente a McDonald's para comprar hamburguesas en mitad de la noche", escribió Schroeder.

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