Puede que los demócratas pierdan la Casa Blanca, pero apartar a Biden era la única opción para remontar

Los demócratas han asumido un riesgo sin precedentes al apartar de la carrera electoral a Joe Biden. En realidad, no tenían elección.

Biden iba camino de convertirse en presidente de un solo mandato. Su anémico 38% de aprobación apenas ha variado. Su campaña gastó mucho más que Donald Trump en televisión, incluso cuando la ventaja del expresidente aumentaba en algunos lugares. La campaña de Biden, que necesitaba una forma de dar un vuelco a la carrera, apostó por programar el debate presidencial más temprano de la historia. La desastrosa actuación del actual presidente marcó el principio del fin de su reelección.

Los llamamientos cada vez más insistentes de los demócratas para que Biden se hiciera a un lado el viernes, con al menos nueve personas pidiendo su dimisión en un solo día, subrayaron lo insostenible que se había vuelto la situación.

Los estadounidenses llevan mucho tiempo diciendo que no quieren una revancha de 2020. Pero lo peor para Biden es que los votantes eran mucho más escépticos sobre su edad que sobre la de Trump. Incluso cuando el expresidente se convirtió en un delincuente convicto, las encuestas mostraron que los votantes pensaban que la edad de Biden era más preocupante que cualquiera de las actividades ilegales de Trump, ya fuesen demostradas o presuntas. La respuesta triunfal de Trump a un intento de asesinato hizo que cristalizara la idea de dos hombres de edad similar con dos imágenes muy diferentes.

La esperanza de los demócratas es que la cuestión de la edad no sea un asunto de debate. Los republicanos han señalado que vincularán a la vicepresidenta Kamala Harris y a otros a declaraciones en las que defienden la lucidez de Biden. JD Vance, candidato republicano a la vicepresidencia, también cuestionó antes del anuncio la conveniencia de que Biden siguiera en el cargo. Como mínimo, Harris u otro sustituto de Biden no tendrán al partido angustiosamente pendiente de cada una de sus palabras.

Se trataba de algo más que Biden.

El temor de los demócratas a ser arrasados en las urnas era cada vez mayor. El partido empezó este ciclo sabiendo que sería extremadamente difícil conservar el Senado. Los principales líderes tenían esperanzas de hacerse con el control de la Cámara de Representantes. Pero es casi seguro que si Trump se encaminara hacia una victoria aplastante, se habría llevado consigo una tripleta para el Partido Republicano [Casa Blanca, Senado y Cámara de Representantes]. Como ha señalado el editor de The Atlantic Ron Brownstein, en función de los futuros mapas del Senado, los demócratas pueden enfrentarse a años en minoría. Un presidente republicano y un Senado republicano podrían consolidar una magistratura federal conservadora en ese periodo.

Incluso tras estas noticias sísmicas, los demócratas siguen enfrentándose a la perspectiva de una derrota en noviembre. Hay algunas señales de que los demócratas podrían beneficiarse de un nuevo candidato presidencial, pero no están claras. Nunca se había visto algo así en la era moderna. Harris o quienquiera que se presente tendrá que preparar una campaña de remontada en unos 100 días.

Biden aún se lamenta de que los demócratas le apartaran en 2016. Sus aliados no están muy contentos de que la historia se repita.

Pero si los demócratas realmente creen que esta es una elección existencial, entonces correr un riesgo sin precedentes era la única opción que tenían.

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