Pasé 12 días recorriendo Costa Rica: volvería a visitar tres lugares sin dudarlo, pero hay una trampa para turistas en la que no volveré a caer

Este año, mi pareja y yo decidimos ir de vacaciones a Costa Rica para celebrar nuestros cumpleaños. Pasamos 12 noches viajando por el oeste del país, tratando de conocer lo más importante de este país centroamericano.

Costa Rica posee el 5% de la biodiversidad mundial, con playas de arena blanca y selvas exuberantes que explorar, un gran atractivo para nosotros, amantes de los animales. También alberga una pequeña Zona Azul en la península de Nicoya, donde se dice que sus habitantes viven más tiempo y con mejor salud que la media.

Por último, pasamos tiempo en San José, la capital de Costa Rica, en las termas volcánicas de La Fortuna, en Arenal, en el bosque nuboso de Monteverde, en Santa Elena, y en las playas de Paquera y Montezuma, en la región de Nicoya, para saborear la vida costera. Aunque hubo momentos en los que nos pareció que nuestra experiencia era demasiado sofisticada y artificial, el viaje en su conjunto estuvo repleto de increíbles encuentros con la vida salvaje y vistas impresionantes que no he visto en ningún otro lugar del mundo.

Si pudiera, me subiría a un avión mañana mismo para volver, pero hay algunas cosas que me saltaría si volviera.

Rafting en el río Celeste en Arenal

Nuestra primera parada fue La Fortuna, a la sombra del volcán Arenal, uno de los volcanes activos de Costa Rica. Aunque en esta zona abundan las excursiones por puentes colgantes y los paseos nocturnos para avistar animales salvajes como perezosos y ranas de cristal, el descenso en rafting por el río Celeste nos permitió ver la selva desde otra perspectiva.

Viajamos a finales de mayo, el comienzo de la estación húmeda de Costa Rica, por lo que nos encontramos con menos turistas de los que suele haber durante nuestro viaje. Esto fue especialmente beneficioso en nuestra excursión de rafting, en la que éramos las dos únicas personas además de nuestro guía.

Durante unas dos horas por 75 dólares (70 euros) cada uno, navegamos por rápidos de clase II y III —dificultad intermedia, con olas de hasta un metro y algunos obstáculos en el camino— en el río Celeste, haciendo breves descansos para nadar en las hermosas y cristalinas aguas. También grabamos con un dron a los curiosos monos aulladores que nos observaban desde la orilla.

Nuestro guía nos señaló las aves y los peces de la zona, y nos ayudó a detener nuestra canoa cuando quisimos detenernos en alguna zona. Una vez en el agua, disfrutamos de fruta fresca y un almuerzo caliente a base de empanadas, incluido en el precio de la excursión.

Senderismo por las cataratas de El Tigre en Monteverde

Hacer senderismo en el bosque nuboso de Monteverde encabezó rápidamente nuestra lista de cosas que hacer mientras investigábamos nuestro viaje. Si hubiera podido alargar nuestra estancia, es lo único que me hubiera gustado hacer más, sobre todo para ver más de la increíble fauna de la provincia de Puntarenas.

En lo alto de las montañas, a unos 30 minutos del artístico pueblo de Santa Elena, hicimos una excursión autoguiada para ver las cataratas de El Tigre. La caminata de ocho kilómetros te lleva por una selva húmeda a través de varios puentes colgantes y ofrece unas vistas impresionantes de casi una docena de cascadas, pero lo más destacado fueron los animales.

Vimos enormes mariposas, varias especies de colibríes y ranas, un tucán, momotos, una serpiente preocupantemente grande y algunos monos en las ramas.

Incluso en el fresco mes de mayo, hacía mucho calor en la selva, por lo que, aunque la caminata no era físicamente difícil, optamos por coger un 4x4 para subir a la montaña en el último tramo del sendero, lo que añadió 20 dólares (18,6 euros) a nuestros 46 dólares (42,8 euros) de entrada. Por poco más de tres horas de caminata, fue una forma menos cara de pasar la tarde que otras excursiones, y una vez más tuvimos la sensación de tener los senderos para nosotros solos, ya que solo nos cruzamos con unos pocos grupos durante toda la ruta.

Excursiones bioluminiscentes en kayak por Paquera

Existen pocos lugares en el mundo en los que se puedan observar algas bioluminiscentes durante todo el año, y las aguas costeras de la península de Nicoya son uno de ellos.

Esta excursión fue mágica, incluso en condiciones poco ideales para que aparecieran los destellos. Compartimos un kayak y nos adentramos en la oscuridad con un guía que nos explicó la química de la bioluminiscencia y nos ayudó a encontrar calas solitarias para ver la luz que producen las algas en el agua.

A las algas les gustan las aguas cálidas y tranquilas que reciben mucha luz durante el día. Cuando tiene suficiente energía solar, brilla con un azul intenso. En condiciones menos favorables, puede aparecer verdosa o blanca.

Nuestras algas, que no se habían "cargado" del todo, brillaban con un blanco misterioso cuando nuestras palas rompían la superficie del agua. No se pudo captar con la cámara, pero mejor así, según nuestro guía, que nos animó a estar presentes en el momento, bajando de los kayaks en una cala poco profunda para atrapar las algas en nuestras camisetas y verlas brillar contra la tela y nuestra piel.

Por 36 dólares (33,5 euros) cada uno, quizá podríamos haber explorado la costa nosotros mismos con un kayak alquilado, pero la experiencia fue única y nos dejó a ambos con la sensación de que fue una de las mejores partes del viaje.

¿Merecen la pena los paseos de café y chocolate?

Costa Rica es conocida por su café y su chocolate, así que es casi imposible conducir por cualquier tramo principal de carretera sin ver carteles de visitas guiadas que muestran cómo se cultivan los productos.

No merecen la pena. Cualquier pregunta sobre el proceso se puede resolver en la tienda de regalos donde terminan las visitas, y es probable que te den una muestra gratis independientemente de que hayas pagado o no por una visita de más de dos horas.

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Nosotros optamos por un paseo nocturno que incluía una visita guiada en torno al café y el chocolate. Nuestro guía (por 60 dólares —o 55 euros— cada uno) nos paseó por los terrenos del cafetal, nos explicó cómo se elaboraba el chocolate a partir de las habas de cacao y luego nos envió con linternas a buscar animales salvajes en la oscuridad.

Aunque compramos chocolate para nuestros amigos y familiares como recuerdo, no vimos ningún animal emocionante ni obtuvimos ningún dato especialmente interesante por parte de nuestro guía, por lo que la visita nos pareció una experiencia cara que podríamos habernos ahorrado sin perder nada.

En general, nuestra aventura costarricense fue hermosa, llena de paisajes increíbles, excursiones emocionantes y comidas deliciosas que no olvidaré. Si estás planeando un viaje, sáltate las excursiones de lujo para explorar las atracciones menos populares del país, y sé rápido con la cámara; la selva no espera.

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