La odisea de volver a casa con un volcán en erupción: "El aeropuerto olía a azufre y llovía arena negra"

Una persona frente al volcán Etna (Sicilia), el pasado martes 23 de julio.
Una persona frente al volcán Etna (Sicilia), el pasado martes 23 de julio.

REUTERS/Etna Walk/Marco Restivo

Foto del redactor Inma BeneditoFoto del redactor Inma Benedito
  • La erupción del volcán Etna duró solo unas horas, pero provocó el cierre del espacio aéreo y la cancelación de todos los vuelos. Podría haber más.
  • "Al llegar al aeropuerto el olor era una mezcla entre azufre y pollo asado. En cuestión de minutos estábamos llenos de arena negra: literalmente era una lluvia de ceniza volcánica".

"There is no place like home", escribía el poeta inglés Robert Southey (más conocido por haber escrito Ricitos de oro), y quizás nunca se añore tanto el hogar como a la vuelta de un largo viaje. O quizás sí: por ejemplo, cuando directamente no puedes volver a casa por culpa de una erupción volcánica.

Es lo que le pasó a Inma y Quique, un matrimonio a quienes pilló la última erupción del Etna cuando volvían de un viaje a Sicilia (y cuya historia conozco porque da la casualidad de que son mis padres).

El pasado martes, 23 de julio, el cielo de Catania amanecía con una gran nube roja. Pasadas las 4 de la mañana del martes, el cráter del Etna se había convertido en una fuente de magma que expulsaba una columna de humo de 8 kilómetros de altura.

El Etna es un volcán activo en la costa este de Sicilia, a unos 30 kilómetros de la ciudad de Catania, que desde hace unas semanas mantiene una fuerte actividad, llegando a erupcionar en varias ocasiones y provocando una lluvia de cenizas los pasados 4, 5 y 11 de julio. 

El 16 de julio, además, a la lluvia de cenizas del Etna le acompañó una gran colada de lava de 6 kilómetros de alto que cayó sobre varios municipios a las faldas del volcán. También a principios de julio Italia activó la alerta roja por la inminente erupción del volcán Estromboli, en una pequeña isla al norte de Sicilia.

Las cenizas del Etna, que azotan buena parte del sudeste de Sicilia desde hace aproximadamente un mes, han paralizado toda la actividad aeroportuaria, con evidentes daños a la economía de la isla, que cuelga del sector turístico. No es un caso aislado. También la erupción en La Palma, hace casi 3 años, además de la tragedia, provocó importantes daños materiales y económicos a la isla.

"Nos levantamos temprano. Teníamos que ir desde Siracusa hasta el Aeropuerto de Catania porque nuestro avión salía a mediodía. Conforme salimos, vimos cómo salía una gran columna de humo color naranja del Etna, y dijimos: veras tú, hoy no nos vamos", cuenta Inma.

Parece una simple nube, pero es la columna de humo de 8 kilómetros que salía del volcán Etna.
Parece una simple nube, pero es la columna de humo de 8 kilómetros que salía del volcán Etna.

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Y no se fueron. La erupción del volcán había llenado de cenizas de lava el cielo, obligando al cierre del espacio aéreo. Pero eso entonces todavía no lo sabían.

"Al llegar al aeropuerto el olor era una mezcla entre azufre y pollo asado. En cuestión de minutos estábamos llenos de ceniza volcánica: el pelo, la cara, la ropa, la maleta... Literalmente era una lluvia de cenizas, como una arena gruesa color negro. Creo que si me sacudo el pelo todavía sale".

Incluso en el interior de la terminal, comentan, costaba respirar a causa de los vapores de azufre. "Pero no pensamos que fuera un problema. Al final el Etna es un volcán con actividad cada cierto tiempo". En los últimos 5 años ha entrado en erupción con frecuencia, aunque desde hace un mes esa actividad se ha vuelto más frecuente, llevando a paralizar toda la actividad aeroportuaria en varias ocasiones.

Lluvia de cenizas volcánicas tras la erupción del Etna.
Lluvia de cenizas volcánicas tras la erupción del Etna.

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Mientras estaban en la cola de facturación, Inma y Quique empezaron a ver cancelaciones en las pantallas de la terminal. "Entonces apareció alguien con uniforme diciendo en italiano que habían cerrado aeropuerto".

"Debido a las erupciones y emisiones de cenizas, hemos decidido suspender las operaciones de vuelo", anunciaba el operador del Aeropuerto de Catania, el más importante de Sicilia. El 5 de julio ya pasó que otra erupción provocó que más de 15.000 pasajeros sufrieran graves retrasos y al menos 90 vuelos de entrada y salida se cancelaran.

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Pero los viajeros seguían llegando, y en el aeropuerto empezó a cundir el caos, formándose colas interminables a la espera de un cambio de vuelo. "Nosotros nos atrincheramos en un McDonalds, mientras veíamos cuánto duraba, para ver cómo volver a España. Las erupciones anteriores se habían calmado unas horas después".

Mientras tanto, una agente de atención al cliente de Iberia informaba que no tenía constancia de la cancelación del vuelo. "Le pregunté y me dijo que estaba en Colombia. Allí serían las 5 de la mañana", comenta Quique. 

Personas aglomeradas en el Aeropuerto de Catania, Sicilia, ante el cierre del espacio aéreo.
Personas aglomeradas en el Aeropuerto de Catania, Sicilia, ante el cierre del espacio aéreo.

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Finalmente, y después de varios intentos con atención al cliente, la compañía aérea les informó que ese día no podrían volver a casa, básicamente porque no había vuelos (aunque la actividad se reanudó por la noche). Pero les asignó billetes para la vuelta un día después, desde Palermo, lo que significaba, básicamente, que tocaba cruzarse la isla para llegar.

"Tuvimos que buscar combinación de transporte y alojamiento allí. Todavía no sabemos si se nos indemnizará de alguna manera, ya que no es una avería de la aerolínea, sino el cierre de un aeropuerto entero por fuerza mayor... una erupción".

Los pasajeros que salen o se dirigen al aeropuerto de Catania todavía hoy pueden consultar el estado de su vuelo contactando directamente con su compañía aérea.

No parece que la situación vaya a calmarse pronto: el Instituto Nacional de Geofísica y Vulcanología (INGV) de Italia ha alertado de un aumento de la frecuencia y la amplitud de los eventos infrasónicos (aquellos a los que no alcanza el oído humano). Los temblores apuntan a valores muy altos y los rugidos son constantes, avisan.

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