La nueva fase de la guerra tecnológica entre EEUU y China amenaza con provocar muchos daños colaterales

Joe Biden, presidente de Estados Unidos.
Joe Biden, presidente de Estados Unidos.

Getty Images y Business Insider

Hasan Chowdhury,

| Traducido por: 
  • Estados Unidos intenta apretar a China, otra vez. La Administración Biden quiere añadir restricciones para impedir que China acceda a la tecnología occidental. 
  • Sin embargo, existe un problema: las medidas podrían causar muchos daños colaterales.

Sea cual sea el resultado en noviembre, el líder que se instale en la Casa Blanca tiene que estar dispuesto a sufrir todo tipo de daños colaterales mientras Estados Unidos se esfuerza por contener las ambiciones tecnológicas de China.

El miércoles aparecieron indicios de una nueva y desagradable fase en la guerra tecnológica entre Estados Unidos y China, después de que saliera a la luz que la Administración Biden estaba dispuesta a asfixiar a China aplicando "las restricciones comerciales más severas" disponibles, según informó Bloomberg.

En concreto, las restricciones irían dirigidas a empresas situadas mucho más allá de las aguas estadounidenses, como la holandesa ASML y la japonesa Tokyo Electron, que suministran equipos especializados de alto valor para la industria de los chips, en la que China está intentando entrar a toda prisa.

La amenaza dirigida contra ASML ofrece una perspectiva fundamental para entender por qué las medidas podrían no funcionar.

El precio de las acciones de ASML, conocida por ser una de las pocas empresas del mundo capaces de fabricar las máquinas litográficas necesarias para producir en masa los chips vitales para sectores como la inteligencia artificial, cayó más de un 10% el miércoles a pesar de unos resultados trimestrales que superaron las estimaciones.

Aunque la empresa no vende sus máquinas litográficas de alta tecnología a China, sí vende muchos otros productos a empresas chinas. Casi la mitad de sus ingresos del segundo trimestre, unos 2.300 millones de euros (unos 2.500 millones de dólares), procedieron de China.

ASML tiene su sede en Eindhoven (Países Bajos).
ASML tiene su sede en Eindhoven (Países Bajos).

Reuters

No está claro, pues, si las medidas previstas por Biden causarían más daño a China o a ASML.

A corto plazo, las nuevas restricciones podría obligar a las empresas chinas a comprar tecnología a otros fabricantes distintos de ASML. Eso puede ser difícil de hacer en un mercado en el que participan un número limitado de empresas.

También significaría que ASML perdería una gran parte de una base de clientes a la que ya tiene cuidado de no vender equipos litográficos de alta calidad, precisamente la parte del equipamiento a la que Washington no quiere que China tenga acceso.

Pero hay otro problema. Unas restricciones más estrictas no cambiarían el hecho de que China ha estado muy ocupada intentando desprenderse de la tecnología occidental desde que entraron en vigor las prohibiciones de exportación originales, ya que ha intentado construir una economía autosuficiente. 

En marzo, el líder chino, Xi Jinping, dijo al entonces primer ministro holandés, Mark Rutte: "El pueblo chino también tiene derecho a un desarrollo legítimo, y ninguna fuerza puede detener el ritmo del desarrollo y el progreso científico y tecnológico de China".

No se trata de meras conjeturas. Las cejas se levantaron el año pasado cuando la empresa local Huawei lanzó un nuevo smartphone, el Mate 60 Pro, con un avanzado chip fabricado en China que antes procedía de proveedores extranjeros.

El Huawei Mate 60 rivaliza con el último iPhone.
El Huawei Mate 60 rivaliza con el último iPhone.

Getty Images

Mientras tanto, el expresidente Donald Trump ha compartido su visión de los daños colaterales en sus posibles tratos con Pekín al sugerir esta semana que Taiwán debería pagar su propia defensa contra la amenaza de una China invasora, ya que "no proporciona nada". 

Sus comentarios sobre el aumento de los aranceles y Taiwán provocaron el miércoles una caída masiva de acciones de las grandes empresas tecnológicas en Wall Street.

La cuestión es la siguiente. Trump, que está decidido a liderar una agenda política con el lema "Estados Unidos primero" por bandera junto con su compañero de fórmula, el senador JD Vance, no parece darse cuenta de que Taiwán está desempeñando un papel destacado en ayudar a Estados Unidos a construir un pilar clave de su futuro: la inteligencia artificial.

Taiwán es la sede de TSMC, el fabricante de chips en el que confían gigantes tecnológicos estadounidenses como Nvidia para crear los chips que alimentan el crecimiento de la industria de la IA y, a su vez, el mercado bursátil estadounidense.

TSMC, que superó el billón de dólares de valor de mercado este mes y anunció el jueves un aumento interanual del 40% en sus ingresos trimestrales, hasta algo más de 20.000 millones de dólares, está construyendo varias plantas de chips avanzados en Arizona.

Si China decidiera en algún momento emprender acciones agresivas en Taiwán, los esfuerzos estadounidenses por construir fábricas de chips especializados en su propio territorio correrían un claro riesgo.

Esto sitúa  al próximo presidente estadounidense en un aprieto. Frenar el acceso de China a la tecnología occidental es clave si Estados Unidos quiere mantener su liderazgo tecnológico. Solo tendrá que encontrar la manera de garantizar que sus propias empresas y sus esfuerzos por progresar no se vean perjudicados en el proceso.

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Etiquetas: Guerra Comercial, China, Donald Trump, Estados Unidos, Joe Biden