El masivo experimento sobre la renta básica que impulsó Sam Altman ha terminado: esto es lo que se ha descubierto

Sam Altman

Jenny Chang-Rodriguez/BI

Lakshmi Varanasi,

Kenneth Niemeyer

Katie Balevic,

Noah Sheidlower,

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  • Ya se conocen los resultados de un experimento sobre una renta básica que impulsó el CEO de OpenAI, Sam Altman.
  • Varias personas ingresaron 1.000 dólares al mes sin condiciones durante tres años. Su gasto aumentó, pero la mayor parte de la 'extra' se destinaba a comer o al alquiler.
  • Quienes ingresaban esta renta disfrutaron de una reducción de su estrés financiero, pero ese efecto se difuminaba con el tiempo.

Ya están aquí los resultados de uno de los mayores experimentos realizados en torno al concepto de la renta básica, uno que ha impulsado el CEO de OpenAI, Sam Altman. El estudio ha consistido en dar a sus participantes una renta de 1.000 dólares al mes durante tres años sin condiciones.

Según las conclusiones a las que ha llegado la investigación, los beneficiarios han destinado la mayor parte de sus ingresos extra a cubrir necesidades básicas como el alquiler, el transporte o la alimentación. En comparación con el grupo de control del estudio, los beneficiarios trabajaron de media menos, aunque siguieron participando en el mercado laboral y buscando empleo.

"Los beneficiarios han mostrado más autonomía para tomar decisiones que se adaptaran mejor a sus vidas y a prepararse para el futuro, desde cambiar de barrio hasta manifestar interés por nuevas iniciativas empresariales", han destacado los autores de la investigación.

Altman, CEO de OpenAI, logró recaudar 60 millones de dólares para conducir este estudio, de los cuales 14 millones salieron de su propio bolsillo. La investigación la ha llevado a cabo OpenResearch, con un equipo dirigido por la investigadora Elizabeth Rhodes.

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El estudio empezó oficialmente en 2019 cuando 3.000 ciudadanos de los estados de Texas e Illinois (EEUU) procedentes de áreas urbanas, suburbanas y rurales se apuntaron al experimento. Todos los participantes tenían ingresos menores a los 28.000 dólares brutos anuales. Un tercio de ellos recibió 1.000 dólares extra al mes durante tres años. El resto, el grupo de control, percibió 50 dólares extra al mes. Ninguno de los participantes ha perdido dinero.

De este modo, el experimento concluye que quienes recibieron los pagos de 1.000 dólares al mes aumentaron su gasto en una media de 310 dólares al mes, aunque la mayor parte de esos gastos se destinaban sobre todo a alimentación, alquiler y transportes. Los participantes que ganaban esos 1.000 dólares extra también ofrecían más ayudas económicas a personas necesitadas en comparación con el grupo de control que solo percibía 50 dólares más al mes.

Sin embargo, los investigadores no han podido encontrar "evidencias directas de un mejor acceso a la atención sanitaria ni mejoras en la salud física o mental" de quienes recibieron los 1.000 dólares al mes sin condiciones.

"Observamos reducciones significativas del estrés, de la angustia mental y de la inseguridad alimentaria durante el primer año, pero estos efectos se desvanecían en el segundo y en el tercer año del estudio", apuntan los investigadores. "El dinero en efectivo por sí solo no puede hacer frente a retos como las condiciones crónicas de salud, la falta de guarderías o el alto coste de la vivienda".

El debate sobre la renta básica universal

El estudio nacía por la creencia de Altman en la importancia de una renta básica universal (RBU), crucial para la época de la inteligencia artificial, que algunos temen que acabará haciendo que millones de puestos de trabajo sean obsoletos.

"Es imposible lograr una verdadera igualdad de oportunidades sin ningún tipo de renta garantizada", advirtió Altman al anunciar este estudio.

La idea de una renta básica universal lleva oyéndose un tiempo, en EEUU especialmente desde que el empresario Andrew Yang se presentara como aspirante a candidato presidencial del Partido Demócrata para 2020. Otras figuras importantes del sector tecnológico han respaldado esta idea en los últimos tiempos, como el cofundador de Twitter Jack Dorsey o el propio CEO de Tesla, Elon Musk.  Uno de los padres de la IA, Geoffrey Hinton, recomendó hace poco al Gobierno británico que adoptara una renta básica universal para mitigar los efectos que la IA podría provocar reemplazando lo que él denominó "trabajos mundanos".

Una renta básica universal proporcionaría a todas las personas ingresos de efectivo sin condiciones. Pero es un enormísimo reto político, por esa razón ciudades y estados de EEUU han hecho experimentos con rentas básicas garantizadas, como es el caso del ingreso mínimo vital español. Estos programas ofrecen pagos en efectivo sin restricciones a grupos de población vulnerables o con bajos ingresos. El experimento de Altman entra en este ámbito.

Los resultados de docenas de estos pequeños experimentos han desvelado que estos ingresos pueden aliviar la posibilidad de acabar durmiendo en la calle y otros fenómenos como el desempleo o la inseguridad alimentaria. Sin embargo, los resultados reflejan que todavía seguiría siendo necesario que las Administraciones inviertan en servicios sociales y en vivienda pública.

A principios de año, Altman también propuso otra idea de renta básica. La bautizó como "computación básica universal". Básicamente, bajo ese escenario, la gente obtendría "tajada" de los recursos computacionales del gran modelo lingüístico GPT-7, que podrían utilizar como quisieran, explicó el empresario.

"Serías dueño de una parte de la productividad", indicó Altman.

Pero incluso esos pequeños experimentos se han enfrentado a obstáculos políticos. Los conservadores en varios estados de EEUU se han opuesto a estos programas y han frenado su avance.

Los hallazgos del estudio de Altman

El experimento de Altman se detiene tanto en datos cuantitativos —como encuestas o transacciones bancarias— así como cualitativos —con entrevistas con los beneficiarios—.

El estudio concluye que, comparado con el grupo de control, los beneficiarios de los 1.000 dólares al mes empezaron a ahorrar un 25% más. También gastaron hasta 22 dólares de media más al mes en ayudar a otras personas, un 26% más que el grupo de control. Hubo poco impacto en cuanto a la propiedad de vehículos o inmuebles, aunque los perceptores de los 1.000 dólares mensuales eran más propensos a mudarse de barrio o a pagar una vivienda que los perceptores del grupo de control.

Sobre la salud, el estudio vio que los beneficiarios gastaban ligeramente más en cuidado dental, visitas a urgencias y gasto general sanitario, aunque no se ha concluido que haya mejorado la salud de la gente que percibió 1.000 dólares al mes.

Las pruebas son claras: la renta básica universal es una medida que funciona

Los beneficiarios estuvieron además más predispuestos a seguir un presupuesto y a mejorar su educación, especialmente en el tercer año del experimento, sobre todo comparados con el grupo de control. Pero tampoco se concluyen mejorías significativas en competencias educativas generalizadas de este grupo.

El estudio comenzó en plena pandemia del COVID-19, cuando las cifras de desempleo eran altas. Así, contempla que el desempleo se redujo en el segundo y en el tercer años más en el grupo de beneficiaros que en el grupo de control. De media, los ingresos de ambos grupos creció. Los beneficiarios de los 1.000 dólares al mes vieron cómo sus ingresos pasaban hasta alcanzar los 30.000 dólares o los 45.710 dólares brutos al año, mientras que los ingresos del grupo de control, que partía de una renta similar, lograron cifras incluso mayores, de hasta 50.970 dólares al año.

"El dinero en efectivo ofrece flexibilidad y puede aumentar la agencia a la hora de tomar decisiones laborales que se ajusten a las circunstancias, objetivos y valores de los beneficiarios", indican los autores de la investigación.

Qué dicen los beneficiarios del experimento de Altman

Una beneficiaria del programa es una mujer llamada Sarah, madre de cuatro hijos y residente en una zona rural de Illinois. Sarah da clases particulares en una franquicia de educación en casa y su sueldo le da lo justo para pagar el material escolar.

"Realmente no gano nada con ello", reconocía en una entrevista con los investigadores de OpenResearch. "Aunque mi marido tiene un trabajo decente, no tenemos mucho dinero para extras".

Los pagos del programa de Altman permitieron a Sarah y a su familia pagar la ortodoncia de dos de sus hijos, que no estaba cubierta por su seguro médico, y financiar un viaje de graduación a su hija.

Sarah también reconoce que cayó en una "mentalidad" por la que era menos cuidadosa con sus finanzas, sentía que el dinero le llegaba "sin tener que trabajar para conseguirlo".

"Echando la vista atrás, me arrepiento de no haber ahorrado más", lamentó.

Otra beneficiaria, Cara, contó a los investigadores que sufría un trastorno nervioso debilitante que le causaba dolor en gran parte del cuerpo y pérdida de movilidad.

Si bien cobró algunas prestaciones sociales, entraron a robar en su piso, lo que provocó que su situación financiera se viera comprometida. Se vio obligada a vender bastantes artículos personales.

"Sentir que ya no puedes cuidar de ti mismo y que necesitas desesperadamente la ayuda de los demás es muy duro", contó Cara.

También apunta que se echó a llorar cuando recibió la llamada de los investigadores para invitarla a participar en el experimento. Los 1.000 dólares mensuales que pasó a cobrar durante tres años como renta básica le ayudó a saldar casi todas sus deudas.

"Fue como un milagro", enfatiza. "Ver que fui capaz de gestionar esa montaña de deudas médicas... sentí como si mi cerebro hubiese estado en un sitio totalmente distinto".

Celene, otra participante, explicó a los investigadores que se vio obligada a mudarse con su familia a casa de una amiga después de perder dinero intentando montar un negocio. Vivía en condiciones paupérrimas.

Se sintió incrédula cuando recibió la llamada de que había sido seleccionada para cobrar 1.000 dólares al mes durante tres años.

El dinero le ayudó a comprar ropa nueva, zapatos y artículos de primera necesidad para ella y para sus hijos. Al segundo mes consiguió un nuevo empleo y comenzó a ahorrar.

El dinero le sirvió a no sentirse "fracasada" como madre y le dio la confianza necesaria para tomar decisiones que beneficiasen a su familia.

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