La importancia del comportamiento de las personas en la propagación del COVID-19: un pequeño grupo de la población tiene hasta 4 veces más contactos que el resto

Londinenses de fiesta durante la pandemia

Reuters

  • El comportamiento de las personas es clave en la propagación del coronavirus y está siendo infravalorado en los modelos epidemiológicos. 
  • El número de gente a la que ve una persona influye en su capacidad de transmisión del virus. 
  • Estudios recientes y este gráfico de McKinsey revelan la importancia de mantener una burbuja de contactos para reducir la propagación del virus. 
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Los diferentes patrones de interacción humana son un factor determinante en la propagacion del COVID-19, pero infravalorado en los modelos que estudian la tranmisión y en la toma de decisiones de políticas de salud pública, según asegura la consultora McKinsey. 

La consultora señala que la mayoría de modelos de propagación asumen que todas las personas interactúan de forma similar. Sin embargo, la realidad es que, mientras algunas personas mantienen una red pequeña y estable de contactos, hay un grupo que mantiene un estrecho contacto con muchas personas de diferentes contextos. 

McKinsey ha realizado un modelo epidemiólogico que refleja la manera heterogénea en la que unas personas interactúan con otras y la consultora asegura que los resultados reflejan mejor la realidad, al coincidir con el repunte de casos ocurrido en Estados Unidos. 

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"Al igual que con todos los aspectos de la COVID-19, es demasiado pronto para afirmar la causalidad; todavía hay demasiado sobre la enfermedad que no entendemos. Pero creemos que merece la pena examinar esta conexión, así como sus implicaciones para la velocidad de reapertura de la sociedad", advierte la consultora. 

McKinsey señala que hay un creciente número de personas que ha mantenido una red de contactos pequeña, pero que ahora puede ir ampliándola sin estar vacunada. Las conclusiones del modelo de epidemiológico de la consultora son una advertencia sobre las consecuencias de esto. 

"Los responsables de la salud pública podrían pensar en sus mensajes para este grupo", aseguran los analistas.

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Los modelos epidemiológicos tradicionales suelen suponer que las poblaciones se mezclan más o menos de la misma manera, al menos dentro de los grupos de edad. Sin embargo, una investigación de la Universidad de California considera que hay un pequeño grupo de población que tiene 4 veces más contactos que el resto. 

Si se introduce el COVID-19 en la población, es de esperar que haya más transmisión en las personas que se mezclan mucho que en las que se mezclan poco, concluye McKinsey. 

Este gráfico revela cómo influye en la propagación el número de contactos que tienes 

Gráfico: Así influye el número de contactos en la propagación del COVID-19

McKinsey 

Para entender mejor el fenómeno, McKinsey ha estimado las proporciones de los dos grupos, los que se mezclan mucho y los que se mezclan poco. 

Para ello ha utilizado los datos de la investigación de la Universidad de California que revelan que los estadounidenses tienen, de media, un 82% menos de contactos cercanos que antes de la pandemia. También han obtenido los datos de los móviles que señalan que la mayoría de las personas permanecen en casa o cerca de ella, aunque hay un pequeño grupo muy activo.

En total, "estimamos que a finales de 2020, alrededor del 70% de la población es poco activa, mientras que el 30% es muy activa (e incluye a las personas que asisten a los llamados eventos de superdifusión)", concluye la consultora.

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McKinsey asegura que su modelo epidemiológico ofrece unos datos que se corresponden con la realidad de la evolución de los datos observados en Estados Unidos.  

La consultora llama "grandes mezcladores" a las personas con redes de interacción mucho más amplias y asegura que "parece plausible" que puedan ser responsables de los repuntes de caso

McKinsey asegura que, aunque los eventos de superdifusión han acaparado mucho interés, su modelo revela que el comportamiento de las personas con amplias redes de interacción podría ser más determinante.

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McKinsey advierte de la necesidad de prestar a la atención al grupo que lleva toda la pandemia manteniendo una red de contactos pequeña y estable, pero que ahora podría pasar a ampliar sus interacciones aun sin estar vacunado. 

En España, por ejemplo, el estado de alarma llega a su fin el 9 de mayo y hay mucha incertidumbre sobre cómo se garantizará el mantenimiento de las medidas de protección que se han exigido hasta ahora. 

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"Podemos considerar tres tipos potenciales de personas", señala McKinsey: "las que mantendrán sus comportamientos hasta que se vacunen o cambien las directrices de salud pública, las que ya están vacunadas y empiezan a mezclarse de nuevo, y las que retomarán sus actividades diarias sin vacunarse o sin que cambien las directrices de salud pública". 

El número de personas que reanudarán sus actividades cotidianas sin inmunidad natural o sin haber recibido la vacuna tiene inmensas implicaciones para la reapertura segura, especialmente a medida que las variantes se afianzan, señala McKinsey. 

"Este grupo podría impulsar la dinámica de la reapertura y debería ser lo más importante para los líderes de los sectores público y privado", concluye la consultora. 

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