La hoja de ruta de la UE hasta 2029 abre la puerta a nuevos miembros, pide más esfuerzos militares y desafía su propio Pacto Verde

Los nuevos líderes de la Unión Europea acordados por el Consejo Europeo: Ursula von der Leyen a la izquierda, Kaja Kallas en el centro y Antonio Costa a la derecha.
Los nuevos líderes de la Unión Europea acordados por el Consejo Europeo: Ursula von der Leyen a la izquierda, Kaja Kallas en el centro y Antonio Costa a la derecha.

OLIVIER HOSLET/Pool via REUTERS

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  • Hace días que el Consejo Europeo aprobó el reparto de cargos institucionales de la Unión. También dio luz verde a la agenda estratégica del bloque hasta 2029.
  • Sobre estas prioridades la Comisión deberá proponer reformas y regulaciones. Algunos críticos avisan de que algunas ideas comprometen el conocido Green Deal.

Es fácil perderse en el laberinto comunitario. La Unión Europea cuenta con múltiples instituciones, todas ellas con nombres muy parecidos, y es normal que al final el ciudadano medio las vea a todas ellas como entes abstractos e híperburocráticos.

La semana pasada se celebró una reunión del Consejo Europeo crucial para la nueva legislatura que está por echar a andar en Bruselas y Estrasburgo. Este Consejo reúne a los Veintisiete países que componen la Unión para marcarle las prioridades políticas a la Comisión Europea, que es la institución que ostenta la iniciativa legislativa del bloque.

Esas prioridades políticas adoptan muchas formas, pero la más tangible es la agenda estratégica. Se aprueban cada cinco años y la conocida ahora para el ciclo 2024-2029 aporta varias novedades. Y no todas gustan.

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En la reunión de la semana pasada, además de aprobar la nueva agenda estratégica, los Veintisiete decidieron en qué mujeres y hombres serían los futuros altos cargos de la Unión Europea. Ursula von der Leyen aspirará a ser presidenta de la Comisión Europea en un segundo mandato, la estonia Kaja Kallas será la Alta Representante y Antonio Costa presidirá el Consejo desde diciembre.

Tendrán que atender, eso sí, a lo que dicta la nueva agenda estratégica 2024-2029, que recoge los desafíos geopolíticos a los que se enfrenta la Unión en los próximos años, así como las respuestas que esta deberá dar. 

Por primera vez, la agenda habla de la "ampliación" del bloque comunitario, en un escenario de inédita militarización tras la invasión de Ucrania por parte de Rusia y la inestabilidad en Oriente Medio.

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No sería extraño ver novedades en este ámbito dado que la agenda estratégica ahora conocida habla directamente de la ampliación "por la importancia que marca la nueva realidad geopolítica". "Hay dinamismo en este proceso: tanto la UE como los aspirantes a país miembro deben tener la responsabilidad de aprovechar al máximo esta oportunidad".

En estos momentos son nueve los países aspirantes a formar parte de la Unión Europea. Ucrania fue la última en incorporarse a una lista en la que ya están Albania, Bosnia y Herzegovina, Georgia, Moldavia, Montenegro, Macedonia del Norte, Serbia y Turquía.

El acuerdo del Consejo determina que la UE tendrá un proceso de adhesión siempre basado en "méritos" y "con incentivos tangibles". Acceder al club comunitario no es sencillo y todos los aspirantes deben cumplir una serie de estándares y adaptaciones regulatorias que garanticen la democracia y el Estado de derecho en sus territorios.

Al mismo tiempo, los Veintisiete acceden a "emprender las reformas internas necesarias para garantizar que las políticas en el futuro se financien de manera sostenible y que las instituciones comunitarias sigan funcionando y actuando con eficacia", como una forma de seducir a otros países que pudieran proponerse como candidatos a formar parte de la Unión.

Sobre esto ya hay una hoja de ruta: la Comisión ya lanzó una comunicación pública sobre reformas necesarias para el periodo previo a la ampliación y el Consejo de hace unos días dio cuenta de él. Se espera que en junio de 2025 se revisen los progresos en reformas internas que conciernen a los aspirantes en varios ámbitos: valores, Estado de derecho, competitividad y soberanía o presupuestos.

Confirmado el giro militar de la Unión

Otra de las prioridades que marca la nueva agenda estratégica de la Unión es sus políticas de defensa. La estonia Kaja Kallas será la sucesora de Josep Borrell en el puesto de Alta Representante de la Unión para Asuntos Exteriores y Política de Defensa. El socialista español no ha tenido una legislatura sencilla, con la pandemia, la invasión de Ucrania o la inestabilidad en Oriente Medio.

Las prioridades defensivas de la Unión pasan por "invertir más y mejor juntos" en defensa, reducir "dependencias estratégicas" de terceros y "reforzar la base tecnológica e industrial de la defensa europea". "Movilizaremos los instrumentos necesarios para reforzar la seguridad de nuestros ciudadanos", apostilla, recordando que será necesaria "una base económica sólida".

Se reforzará "la interoperabilidad entre los ejércitos de los Estados miembro" y se "mejorarán las condiciones de la industria europea de defensa", "creando un mercado único mejor integrado". Aquí el Banco Europeo de Inversiones, el organismo que lidera la exvicepresidenta española Nadia Calviño, adoptará un rol crucial.

La inversión en defensa es una de las preocupaciones más importantes de uno de los motores del proyecto europeo. Emmanuel Macron lleva deslizando la idea de recuperar el servicio militar obligatorio para jóvenes varios meses. Ahora se tendrá que someter a las urnas tras el descalabro electoral del pasado 9 de junio.

Ante Washington y Pekín, recetas para reivindicarse en el mundo

Aunque no se menciona directamente, la dicotomía entre EEUU y China obliga a la Unión Europea a reivindicarse más que nunca, así como su mercado y sus industrias. Por esta razón, la agenda estratégica que el Consejo le propone a la Comisión también habla bastante de la competitividad de la economía comunitaria.

Una competitividad que puede abordarse desde un punto de vista regulatorio —como ha sucedido en la última legislatura en la que han entrado en vigor algunos reglamentos tecnológicos que señalan a las grandes multinacionales, y cuyo legado se espera que continúe el futuro comisario o comisaria de Competencia— y también desde un punto de vista innovador.

Joaquín Almunia, ex vicepresidente de la Comisión Europea, en 2014.

Los Veintisiete tienen claro que la transición ecológica y la transformación digital seguirán siendo dos grandes pilares de esa competitividad, que atraviesa ámbitos como el energético. En ese sentido, la UE se propone aumentar "su soberanía energética" acelerando esa transición ecológica y garantizando el suministro de energías limpias.

También habla de agricultura, "se promoverá un sector competitivo, sostenible y resiliente para garantizar la seguridad alimentaria" y de datos y digitalización: "Se promoverán inversiones en tecnologías disruptivas facilitando su despliegue en la economía mientras se garantiza la privacidad y la seguridad".

El temor a que la Unión Europea desinfle su 'Green Deal'

Aunque la estrategia incide en la necesidad de completar la transición ecológica como clave para garantizar la competitividad económica de la Unión Europea, lo cierto es que organizaciones ecologistas han llamado la atención sobre una cuestión que ha pasado desapercibida y que temen que pueda servir para poner en cuestión el conocido Pacto Verde o Green Deal.

Ese Green Deal ha sido uno de los puntos troncales en los programas electorales de las elecciones comunitarias del 9 de junio. Las organizaciones más escoradas a la derecha contemplan que la introducción de regulación para alcanzar los objetivos medioambientales que se están pautando desde las instituciones comunitarias pueden frenar la innovación y competitividad.

Críticas similares se han hecho desde el ámbito tecnológico y digital, con la entrada en vigor de regulaciones como el Reglamento de la Inteligencia Artificial —que empezará a aplicarse dentro de dos años— o los reglamentos de Servicios Digitales o Mercados Digitales.

Aunque en el Consejo se ha dado por cierto que el medio ambiente "está sufriendo daños cada vez mayores por el cambio climático, la pérdida de biodiversidad y la contaminación", es también cierto que no es lo mismo reconocer un problema que resolverlo.

En el epígrafe concerniente a "promover la innovación empresarial", la agenda estratégica detalla que "se reducirá la brecha regulatoria y burocrática en todos los niveles, simplificando, acelerando y digitalizando procedimientos".

Esto, en palabras de la directora de la Oficina de Políticas Europeas de la organización medioambiental WWF supone un riesgo: "Intentos previos de simplificar la legislación han ocasionado un debilitamiento de las normas y los estándares medioambientales", avisa Ester Asin.

"En lugar de menoscabar las reglas medioambientales existentes, los líderes europeos y la Comisión deberían centrarse en lograr éxitos con las normas que ya han acordado, como se destaca en su propio plan estratégico. En la última década, los mayores problemas con la legislación tenían que ver con las pobres transposiciones nacionales de las mismas".

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Etiquetas: innovación, Trending, Unión Europea, Política internacional, Competencia, Medio Ambiente